El 18 de octubre, el partido Comunista y la ultra izquierda, quisieron terminar con
la Constitución de Pinochet/Lagos. Fue una operación política cuidadosamente
planeada. Aprovechando el malestar existente ocasionado por diversos
escándalos empresariales, el aumento de la cesantía, el problema mapuche, los
problemas de los hospitales públicos, las bajísimas pensiones y los problemas en
la educación pública, llamaron a la gente a protestar en las calles. La chipa y la
excusa, que lo encendió todo, fue un alza de $ 30 en los pasajes del Metro.

La idea era quemarlo todo. Y así lo hicieron. Grupos identitarios, de comerciantes
informales, barras bravas de los principales equipos de fútbol, grupos
homosexuales, grupos anarquistas, feministas, lumpen de toda clase;
narcotraficantes, pobladores sin casas, ciclistas, mapuches con sus banderas,
estudiantes de liceos emblemáticos y todos los grupos que se sentían auto
marginados de la sociedad, vieron en ese día la forma de protestar.
Y con la protesta, la quema de las estaciones del Metro, los turbazos a
supermercados y locales de pequeño comercio, la destrucción de una sede
universitaria, la quema de iglesias; la quemazón de buses de la locomoción
colectiva; ataques a comisarías de Carabineros; la destrucción del Museo Violeta
Parra; la destrucción de la propiedad pública y privada. Y también la vandalización
del barrio Plaza Baquedano que hasta hoy sufre los efectos de una
desvalorización acelerada con la pérdida que ello implica para los dueños de las
propiedades del sector. En todas estas protestas, participó en forma entusiasta el
entones diputado Boric.
Ese día, muchas personas de buena voluntad también participaron en estos
repudiables episodios. Jóvenes, mujeres, trabajadores se plegaron al ambiente
violento generado por los otros. Lamentablemente hicieron el papel de tontos
útiles.
Algunos sectores de la izquierda democrática quisieron ver en estos actos
inaceptables de violencia, un episodio heroico de la lucha del pueblo por sus
derechos. Mientras las bandas de desalmados lo destruían todo, esos sectores –
con su silencio – se hicieron cómplices de la violencia, esperando quizás, que el
caos implicara la caída del gobierno democráticamente elegido. El 19 de octubre
de 2019, Teillier, Presidente del PC pidió la renuncia del Presidente Piñera. Y el
Congreso, solo por unos pocos votos rechaza el acuerdo para destituirlo. La locura
(y el odio) llegó también al parlamento.
Los intelectuales, académicos y artistas también creyeron que venía una nueva
era para Chile. Hermosa…luminosa. El acuerdo tomado para hacer una nueva
Constitución vino traer algo de paz. Solamente algo de paz, porque en las
poblaciones y en la macro zona sur, la violencia a pesar de la pandemia, siguió
expandiéndose sin ningún control.