El 18 de Octubre de 1019, ocurrió lo que la prensa título estallido social, pero que
en realidad fue un episodio violento y triste en la historia de nuestro país.

Ese día y los siguientes, hubo manifestaciones en las cuales participaron
diferentes grupos identitarios que creyeron estar luchando por sus derechos. En
efecto, mujeres feministas, estudiantes secundarios y universitarios, grupos de
homosexuales, ciclistas, frenteamplistas, mapuches, anarquistas, y otros sectores
como los militantes comunistas que asistieron sin sus banderas para camuflarse
entre la los asistentes, desataron un clima de violencia como nunca antes se había
visto en el país.
La violencia, el pillaje, los hurtos y robos fueron en esos días promovidos y
realizados por sectores violentistas que destruyeron la propiedad pública y
privada; vandalizaron el barrio Baquedano con secuelas que duran hasta hoy;
quemaron automóviles y transporte urbano; saquearon supermercados y
pequeños comercios; quemaron iglesias católica y evangélicas, quemaron el
Museo Violeta Parra, destruyeron las estaciones del Metro de Santiago y en fin,
desataron el caos, un clima de violencia inusitada con el objeto de lograr la caída
de un gobierno legítimamente elegido por la voluntad popular.
Los organizadores de esa jornada de violencia, aprovecharon los enojos de la
gente producidos por diversos escándalos económicos para llamar a esa jornada
de protesta.
Las maniobras efectuadas por los organizadores de estas jornadas de protesta
fracasaron y el país busco, con el acuerdo mayoritario de las fuerzas políticas –
menos los comunistas – dar una salida a tan grave situación institucional.
Hoy el 18/O es solo un mal recuerdo.
Como lo han establecido numerosas encuestas el quinto aniversario del 18-O,
entre ellas la realizada por la encuestadora Black&White, “la mayoría de las
personas cuando rememora ese episodio siente frustración (35%), rabia (24%) y
tristeza (20%). Solo un 1% lo recuerda con alegría”.
Según otras encuestas, el 48% de las personas consultadas afirma que el estallido
dividió a los chilenos y el 51% considera que fue mayoritariamente negativo.  La
última encuesta CEP mostró cómo con el pasar de los años transcurridos, ha
caído el apoyo a las protestas.