Por Gonzalo Wielandt
En estos oscuros tiempos, cabe recordar el valor de mujeres, cuyo misticismo y santidad son un signo de lucha. Si bien en textos anteriores ya he mencionado a una de ellas, Simone Weil, en éste me centro en Esther Hellisum (Etty) y Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein).
Etty, una mujer inconformista, llevaba consigo un misticismo singular, reconociendo sus cualidades de gran amante, refleja una fortaleza de fe, expresada en la oración y en el amor, que la hizo enfrentar gloriosamente la muerte en Auschwitz. Etty convierte su experiencia dramática en una profunda y rica experiencia espiritual.
Otra gran mujer, Santa Benedicta de la Cruz, conocida como Edith Stein, es testimonio de la vida. Hija del Carmelo, o sea, hija de la “Belleza de la Obra de Dios”, con una vida que asume la cruz de Jesús y, dando vida, ofrece la propia desde su corazón inquieto que sin descansar llega al encuentro con Dios. Edith Stein, cuya vida porta consigo heridas profundas, las ofrece en la cruz de Auschwitz, compartiendo su amor a Cristo y un ejemplo para la humanidad.
Tanto Etty como Edith Stein enfrentan la muerte con humildad, como mártires de la pasión de Cristo hacia el Gólgota, sus testimonios son una esperanza para todas las madres palestinas que hoy ofrecen su sufrimiento y sus vidas, junto a sus hijos que, martirizados, son ejemplo de esperanza, a pesar de la acción del demonio por expandir la muerte en Gaza y en todo el mundo.