Por Jorge Varela
Analista Politico
Un sector político que se autodefine como progresista y proletario está empujando el
inicio de un nuevo retroceso histórico. No es que el tiempo haya detenido su tic-tac y de
pronto se oculte como sol al atardecer; no. Es algo mucho peor: es esa sensación de
regresar contra la voluntad, a aquella estación ruinosa de color rojizo que usted había
dejado atrás. Pero, si le expresara que según algunos comentaristas, los fantasmas del
pasado están de nuevo tocando la puerta del presente para que usted no llegue a
destino y vuelva al mismo lugar donde nunca quiso permanecer, sepultando el sueño
de vivir en libertad su propio proyecto de vida, ¿qué pensaría?
Retorno maldito
Ocurre que no solo usted se encuentra cercano a un retorno oscuro, un retorno aciago,
un retorno maldito, un “punto de no-retorno”. Numerosos ciudadanos están ante un
dilema ya conocido: el regreso fatídico a las instalaciones lúgubres y antiestéticas del
comunismo ortodoxo, -ese de vieja construcción marxista-leninista-, o la perspectiva
real de transitar por rutas libres hacia constructos situados en espacios demócratas,
humanistas, no-totalitarios, en los cuales se puede disentir sin miedo a que cualquier
jefe de estación o jerarca de turno le silencie, le pase por encima y le aplaste,
tratándole como si usted fuese un durmiente más de la antigua vía destartalada.
Colisión entre fantasmas
En los relatos electorales se ha instalado la idea de que la colisión entre fantasmas es
uno de los ejes principales de las campañas presidencial y parlamentaria. El sociólogo
José Joaquín Brunner se ha referido a “circunstancias favorables para revivir el
fantasma del comunismo espantando a los defensores del orden”, según fuera
señalado por Marx y Engels. “Lo que no previeron estos dos pensadores alemanes es
que ese mismo día” de aparición del Manifiesto “nacería el fantasma del
anticomunismo”.
A juicio de Brunner “la prédica anticomunista…es tan anacrónica como anacrónico es
el Partido Comunista chileno”, aunque sostiene que “el oscilómetro del anticomunismo
ha vuelto a saltar” impulsado por la cobertura mediática, factores como la revuelta de
18 de octubre de 2019, experiencias históricas vividas durante el período turbio de
Allende y la Unidad Popular, más el texto constitucional del socialismo chileno del siglo
XXI. (“Lucha ideológica en el campo discursivo electoral”, “El Líbero”, 16 de julio de
2025)
Como no tengo simpatías ni fobias por los fantasmas, diré que el asunto radica en
quienes sí creen en ellos y los utilizan para sacar ventaja, -porque esparcir miedo es
propio de activistas malintencionados y de determinados intelectuales que se
balancean de acá hacia allá y de allá hacia acá. Estos ‘creyentes’ e instrumentistas
abusadores están instalados en sedes donde menos se pudiese pensar: parlamento,
órganos estatales, tribunales, universidades, instituciones religiosas, organizaciones
culturales, políticas o sociales, medios de comunicación. Hasta del subsuelo emergen.
Marxismo y antimarxismo
Un prestigiado rector universitario ha escrito que “un fantasma recorre Chile: el
fantasma del anticomunismo”, que “la elección de Jeannette Jara (como candidata
presidencial) ha desatado los más exagerados temores”. Su tesis argumental es: “hay
que esforzarse en el ámbito de la cultura para que las ideas del Partido Comunista no
cundan”, pero “eso no se logra alimentando el miedo y abandonando la racionalidad
que hace posible el diálogo democrático u ocultando que no es el PC quien, de ganar
Jara, gobernaría, sino una compleja coalición”. Agrega que no se trata del proyecto de
un partido, sino de una coalición con orientaciones programáticas que habrá que
convenir. (Carlos Peña, “El fantasma del miedo”, “El Mercurio”, 4 de julio de 2025)
El rector articulista utiliza términos como: “anticomunismo inconfesado”; “la
irracionalidad” se está expandiendo y “dañará la democracia”; “¿no será mejor dejar de
atizar irracionalmente el fuego del anticomunismo?
Peña se equivoca, eso sí, cuando afirma que: de la existencia de la lucha de clases
contenida como principio en la declaración del PC, no es posible inferir que ella sea un
objetivo que la candidatura de Jara habrá de perseguir inevitablemente. Según él, sería
una concepción global a partir de la cual no se podría derivar un programa de gobierno.
En este sentido, su columna, -una de las menos imparciales y más oblicuas que ha
concebido en años-, permite deducir que como articulista perdió la posibilidad de ser
nominado a un eventual premio Aleksandr Solzhenitsyn. Es lo que provoca la
inhalación de vapores tóxicos cuando se ha estado próximo a la caldera de Marx.
El regreso de los zorros insaciables
A los comunistas nada ni nadie les detendrá. Basta haber vivido determinadas
experiencias de vida y haber leído la historia: maestros de la prédica envolvente,
expertos en encandilar a ciegos, artífices en penetrar el aparato estatal; se aposentan
en madrigueras ocultas, subsisten camuflados y soportan la adversidad de tiempos
difíciles. Allí y aquí están de nuevo deslizándose para conquistar el aparato del Estado,
ese que han carcomido en silencio, devorándolo a trozos, lenta y pacientemente.
¿Hasta cuándo seguiremos repitiendo nuestra historia? ¿Los hijos de los hijos de
nuestros hijos tendrán que sufrir a perpetuidad por nuestra culpa los dolores y
consecuencias de controversias no resueltas que se repiten cíclicamente?
Aunque el dilema de hoy pudiera ser diferente al del viejo enfrentamiento histórico
prolongado entre comunismo versus anticomunismo, un aterrizaje suave del dilema
presente debiera definir y resolver la apertura ante alternativas concretas como:
comunismo arcaico, lucha de clases o realismo social-pluralista, totalitarismo
implacable o democracia representativa liberal, opresión abierta e impune o libertad,
orden y paz.
No obstante, no olvidemos a los zorros insaciables. Una de las frases famosas de
Solzhenitsyn es aquella que expresa: “Ser comunista inteligente y bueno, es totalmente
incompatible. El que es inteligente y bueno no es comunista. El que es comunista y
bueno no es inteligente. Y por supuesto, el que es comunista e inteligente es imposible
que sea bueno”.








