Las alternativas son tres: plegarse a la candidatura comunista de Jeannette Jara,
apoyar otro nombre como candidato a la presidencia o decretar la libertad de
acción. Todas las alternativas anteriores son lastimosas para un partido que fue –
durante décadas – el partido más influyente de Chile. Fue el partido que eligió tres
presidentes, que tuvo una de las bancadas parlamentarias más poderosas del
Congreso; que encarnó una visión humanista cristiana que le dio al país, una
alternativa democrática y progresista. Pero por sobre todo, fue un partido que se
constituyó en una alternativa real al comunismo y a la derecha. Su base social y
militante era cercana a la Iglesia Católica sin llegar a ser un partido confesional,
como lo fuera años atrás, el Partido Conservador.

La DC aportó tres presidentes a la historia de nuestro país. El ex presidente
Eduardo Frei Montalva (1964–1970), que inició un proceso de transformaciones
profundo y pacífico que le cambio la cara a Chile; el ex presidente Patricio Aylwin
(1994 – 2000) que con sabiduría y mesura inicio el camino de recuperación
democrática, post gobierno militar. La DC fue clave en la recuperación
democrática – liderando el No en el Plebiscito del 88, y formando parte de los
gobiernos de la Concertación. Y finalmente Eduardo Frei Ruiz Tagle, (1984 –
1988) que hizo un gobierno realizador que desarrolló al país, en la nueva era
republicana.
La DC siembre – durante toda su historia – fue atacada por la derecha y la
izquierda hecho que sumado a los errores políticos cometidos como integrar la
coalición Nueva Mayoría con el Partido comunista en el gobierno de Bachelet y
luego apoyar el apruebo en el primer intento constitucional, fracturaron al partido
que perdió una cantidad impresionante de adherentes y militantes. De hecho, en
estos dos episodios, la DC perdió casi todo su cuerpo de profesionales y técnicos,
de clara posición centrista. Hoy, la DC se ha convertido en un partido minoritario
que implora por su subsistencia. Ha perdido a la mayoría de sus diputados y
senadores, muchos de los cuales han migrado a Demócratas y a Amarillos por
Chile. El mismo ex presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle, ya no se siente
representado por su partido.

En estos días, la DC mendiga cupos en la lista de la izquierda, transformándose
en un partido sin alma, sin programa, sin ideología y traicionando su doctrina. La
Junta Nacional, enfrentará a los sectores radicalizados del partido, como diputado
Aedo y la senadora Provoste, que desean apoyar a la candidata presidencial
comunista, con los pocos militantes que desean resguardar la identidad partidaria.
El partido que debió seguir siendo una alternativa progresista al comunismo,
gracias a la izquierdización de sus posiciones políticas, perdió a sus mejores
militantes, quedando huérfana, y convertida en el vagón de cola del oficialismo, sin
dignidad, y lo peor, sin un destino.