Una revolución del empleo recorre el mundo. Un estudio de Investigadores (1) de
la Universidad de Stanford muestra que la incorporación de Inteligencia Artificial
(IA) ya ha producido una caída de 13% en el empleo de los jóvenes de entre 22 y
25 años en las ocupaciones más expuestas a la IA. El gigante Amazon acaba de
superar 1.000.000 de robots funcionando 24/7 en sus instalaciones, casi uno por
cada humano contratado, y creciendo. AI Futures Project (2) publicó en abril un
completo estudio, “AI 2027”, que concluye: “predecimos que el impacto de la IA
supra humana superará al de la Revolución Industrial”.

Mientras la tecnología y la automatización avanzan velozmente, en Chile
continuamos con políticas laborales anacrónicas. El aumento del salario mínimo
por encima de la productividad, la reducción de las horas de trabajo sin
compensación en productividad, la limitación legal al trabajo por hora, la
imposibilidad de acordar horarios flexibles, la rigidez para optar entre trabajo
presencial y online, la defectuosa formulación de la ley Karin, la indemnización por
años de servicios (una de las más altas del mundo), el proyecto de ley de sala
cuna universal mal diseñado y el potencial incremento de los impuestos al trabajo
para sustituir el CAE, son todas un impuesto al empleo que afecta especialmente
a las mujeres y los jóvenes para quienes la flexibilidad y modernidad de las formas
de trabajo son esenciales. A su vez, el Estado, a través de la Dirección del
Trabajo, se ha dedicado a entorpecer la creación de empleo e incentivar la
automatización mediante regulaciones absurdas que exceden ampliamente lo
establecido en la ley. Finalmente, la productividad del trabajo continúa cayendo,
producto también del profundo deterioro de la educación escolar y universitaria
capturada por un Estado interventor que ahogó la libertad de enseñanza y eliminó
cualquier espacio para reconocer e incentivar el mérito y el talento.
El resultado es que las mujeres chilenas soportan un desempleo de 10%, el doble
que el promedio OCDE (5%). Los jóvenes chilenos entre 15 y 24 años sufren una
tasa de desempleo de 22%, también el doble que el promedio OCDE (11%). El
empleo crece a tasas inferiores a la economía -que ya crece paupérrimamente-, lo
que sugeriría una creciente tasa de automatización. Como señala Claudio Sapelli,
las generaciones nacidas a partir de 1989, es decir, desde aquellas que tenían 30
años en 2019 (tras 6 años de estancamiento económico e inmigración
descontrolada), son las únicas de las últimas 30 generaciones que no
experimentaron alza de sus ingresos, sino una caída del 14%.

Para enfrentar la revolución mundial del empleo, el próximo gobierno deberá
promover el empleo femenino y juvenil ampliando la libertad para pactar horarios,
trabajo online y presencial, horas ordinarias y extraordinarias, entre otros.
Asimismo, deberá librar a la educación escolar y universitaria del control estatal y
de las barreras a la inversión privada en educación. A su vez, sería muy potente
convertir el proyecto de sala cuna en un sistema de subvenciones similar al que ya
existe para la educación básica y media, ampliando la subvención a la educación
parvularia. Con ello transformaríamos un proyecto que impone un impuesto al
trabajo – y que reducirá el empleo – por un subsidio estatal a la educación desde la
cuna, clave para el desarrollo y el empleo.
Habrá también que rectificar los innumerables dictámenes abusivos de la
Dirección del Trabajo que mantienen un alto desempleo. Y transformarla en una
institución que supervise el cumplimiento de la ley pero sin potestad alguna para
interpretarla ni crear nuevas obligaciones. Un país con libertad laboral creará
empleo, potenciará el crecimiento y producirá un progreso social de largo plazo.

(1) E. Brynjolfsson, B. Chandar & R. Chen, “Canaries in the Coal Mine? Six Facts
about the Recent Employment Effects of Artificial Intelligence”, Stanford University,
August 26, 2025
(2) D. Kokotajlo, S. Alexander, T. Larsen, E. Lifland & R. Dean, “AI 2027”, AI Futures
Project, April 2025