Quienes quieren terminar con el principio del Estado Subsidiario, han repetido en forma majadera que este principio fue instaurado en la Constitución del 80, por Jaime Guzmán y que fue el gran responsable de la revuelta social del 18/O como consecuencia de las desigualdades sociales que generó su vigencia en la sociedad chilena.
Lo anterior constituye una falsedad, que repetida mil veces por los enemigos de la libertad de las personas, sigue siendo la bandera de lucha de los sectores de la ultra izquierda chilena. ¿Cuál es, sin embargo la verdad?

La primera formulación del principio de subsidiariedad fue desarrollada por Montesquieu, en plena Revolución Francesa y surge para limitar el poder de la Monarquía Absoluta. Señaló Montesquieu: en su obra “L´Esprit des Lois” “el pueblo que tiene la soberana potencia debe hacer por sí mismo todo lo que puede hacer bien; y lo que no puede hacer bien, es preciso que él lo haga por sus ministros”. Luego, profundizan en este concepto, Alexis de Tocqueville y los grandes teóricos del catolicismo social del siglo XIX, y de ahí pasa a la Doctrina Social de la Iglesia (Rerum Novarum), hasta llegar a la definición formulada por el Papa Pio XI en la Encíclica Quadragesimo Anno: “Como no se puede quitar a los individuos y darlo a la comunidad lo que ellos pueden realizar con su propio esfuerzo e industria, así tampoco es justo, constituyendo un grave perjuicio y perturbación del recto orden, quitar a las comunidades menores e inferiores lo que ellas pueden hacer y proporcionar y dárselo a una sociedad mayor y más elevada, ya que toda acción de la sociedad, por su propia fuerza y naturaleza, debe prestar ayuda a los miembros del cuerpo social, pero no destruirlos y absorberlos” (n° 79). El principio de subsidiaridad ha tenido una importancia fundamental en el desarrollo de la democracia moderna, en la configuración de la Unión Europea y consagrado en el Tratado de la Unión Europea, artículo 5, (7 de febrero de 1992). Y en el desarrollo espectacular de la economía de Alemania.

En la obra “Libertad y Seguridad”, programa por el Congreso Nacional del Partido Demócrata Cristiano alemán (3-4 de diciembre de 2007) se establece. “El Estado y las entidades municipales solamente deben asumir tareas, si estas no las pueden cumplir los ciudadanos particulares o respectivas comunidades más pequeñas. La subsidiaridad exige que las comunidades más grandes, incluso en la esfera estatal, entren en acción cuando las necesidades socio-políticas rebasen la capacidad de rendimiento de los individuos o de las comunidades de menor tamaño”. (Página 9. Punto 14)

Poner fin al Estado subsidiario, fue la idea central del proyecto de nueva constitución derrotada el 4 de septiembre, que apoyó con entusiasmo el Frente Amplio y los organismos de fachada del Partido Comunista, como la llamada “Mesa Social”, que impulsan instaurar en Chile un socialismo al estilo chavista. El 4 de septiembre fue derrotada la idea de implantar una nueva Constitución y con ella las ideas refundacionales. Triunfo mayoritariamente la idea de la libertad de las personas. Asociado a dicha libertad, el principio de subsidiariedad, constituye un principio que permite afirmar con absoluta claridad que la persona y sus derechos fundamentales son inalienables y anteriores y superiores al Estado. (Declaración Universal de los DD.HH., ONU, 1948).
Señalemos finalmente que el principio de la subsidiaridad no se opone al principio de la solidaridad sino que actúa coordinadamente con él y no contra él. Señala al respecto la obra anterior; “La solidaridad precisa de la subsidiaridad; La subsidiaridad precisa actuar con responsabilidad propia. El Estado debe posibilitarle y facilitarle al ciudadano este actuar”. (Libertad y seguridad- Página 10 N° 21)