Entrevistas a Sebastián Edwards y Daniel Mansuy, junto con la conversación entre
ambos, más entrevistas a Renán Fuentalba, Patricio Aylwin y Gabriel Valdés, me
ha inspirado a escribir una reflexión sociológica sobre el Presidente Salvador
Allende. Lo anterior trajo a mi recuerdo una antigua conversación privada que tuve
junto a otro camarada con don Jaime Castillo Velasco sobre el líder de la UP.

Daniel Mansuy rescata el último discurso del Presidente Allende como una
especie de síntesis histórica de su gobierno, destacando la tranquilidad del metal
de su voz en el contexto de la ejecución del Golpe de Estado. En la conversación
Edwards-Mansuy surge la pregunta de ¿a quién la hablaba Allende en su último
discurso? Sebastián Edwards recuerda la frase mencionada por el Presidente
Pedro Aguirre Cerda sobre una posible traición de altos oficiales, escuchada por
Allende cuando era Ministro de Salud, frase que el ex mandatario de la UP
menciona antes de su muerte. Entonces, Sebastián Edwards responde
elegantemente que el Presidente en su último discurso le hablaba a Balmaceda, a
Aguirre Cerda, a su abuelo, etc., no recuerdo los demás nombres. En el momento
que se formuló la pregunta, lo primero que pensé fue que Allende se hablaba a sí
mismo y al escuchar la respuesta de Edwards tendí a confirmar mi reflexión y
concluí a priori como un discurso a si mismo que se cristalizó en un suicidio
político narcisista, pero al otro día seguí la reflexión y me sumergí en las tipologías
de suicidio de Emile Durkheim, de quien logré mayor claridad analítica,
encontrando la tipología de “suicidio fatalista”.
El suicidio fatalista es aquel que surge en el individuo ante una situación que se ve
incapaz de controlar. El Golpe ya era un momento que escapaba al control del
Presidente Allende, lo que de algún modo también fue su gobierno al atarse de
manos frente a la Comisión política de la UP, hecho comentado por Renán
Fuentealba, Presidente del PDC en ese momento que, ante el ofrecimiento de la
DC de apoyar al gobierno como una oposición constructiva, el Presidente Allende
pide tiempo. O sea, su gobierno no dependía realmente de él. Una señal
determinante del fatalismo. En consecuencia, el último discurso del Presidente
Allende fue su biografía como Presidente de Chile a la luz de su pasado histórico
como político, ya esclavo de su desenlace final.