Durante décadas se ha planteado que para que la ciencia y la tecnología
impacten en el desarrollo del país se requiere un incremento sustancial en
su presupuesto. Sin duda este incremento es importante, pero es esencial
analizar sus condiciones, para evitar que este gasto se haga sin una
rigurosa “accountability”.

Los incrementos de la inversión deberían ser graduales y estar sujetos a
importantes logros de una ciencia de clase mundial, avalada por pares
internacionales. ¿Porque imponer esta condición? El impacto de la ciencia
que se desarrolla en el país es aún débil, los papers tienes bajos índices
de citaciones y mucho de estos trabajos solo adornan vetustas bibliotecas,
pero no aportan a un sólido caudal de conocimiento científico ni tampoco a
generar nuevos esquemas conceptuales. Uno de los problemas más
graves es la prejuiciada evaluación de los proyectos del sistema estatal.
Se necesita de una vez un sistema más justo de evaluación de los
proyectos del sistema estatal. Un secreto a voces, pero por temor nadie lo
lleva al escrutinio público.

Elon Musk, sin duda un triunfador, enfatiza que la mayoría de los trabajos
académicos son inútiles. Musk agrega que “…la mayoría de los trabajos
académicos son bastante malos. Pero el problema no es que sean inútiles;
el problema es que, por la insistencia que se justifiquen, la academia se ha
visto obligada a justificarse según un concepto de cantidad que, al final,
equivale a una pseudoproductividad sin sentido”.

En un país como Chile, lo más preocupante es que la ciencia no llega
hacia las personas, o al menos a los ciudadanos de nuestro país, a través
de nuevas e innovadoras tecnologías y nuevos productos tecnológicos que
favorezcan su calidad de vida. Ello sería importantísimo para la solución de
urgentes problemas que demandan de estas tecnologías. Pero no solo no
llega a las personas por esta vía, sino también por la falta de programas de
difusión de la ciencia. Los científicos tenemos que ir a interactuar con el
ciudadano sobre todo con grupos humanos mas vulnerables, que esperan
incrementar su saber.
Los programas del sistema público como ANID y también los privados
deben apuntar a generar vínculos entre la ciencia y la comunidad, que la
ciencia no se quede solamente encerrada en los laboratorios, sino que
llegue a las personas. Por otra parte, es también esencial el promover
desarrollo en ciencia, innovación y tecnología sobre la base de una
economía basada en el conocimiento.

Poque no pensar en grande, y “atreverse” en un futuro no muy lejano, a
lograr que Chile ingrese a las ligas mayores de la ciencia, lo que de
manera realista se puede alcanzar si se generan políticas públicas
“inteligentes” y con visión de futuro. Pasar del extremo pesimismo al
pensamiento positivo. No es posible que una gran mayoría de los jóvenes
graduados con talento solo desee en irse del país para proyectar una
carrera en este ámbito. ¿Cómo no van a existir mecanismo para que éstos
hagan sus planes para una carrera como científicos en Chile? Porque no
decir también, que los más destacados avalados por índices como Scopus,
Web of sciences. Scholar Google y otros, también emigran hacia el mundo
desarrollado donde se valoran sus descubrimiento e innovadores inventos.
En suma, este cambio en la dirección de las actuales políticas públicas y el
aporte de nuevos recursos económicos debe ir dirigido a impulsar el
desarrollo de la ciencia fundamental y aplicada en todas sus disciplinas
con incrementos graduales del PIB invertido en C&T&I por año, y lo más
importante asociado a una adecuada “accountability”.