El senador chileno Juan Ignacio Latorre ha declarado que en el partido gobernante –Revolución Democrática (RD)– están reflexionando para entender lo acontecido en Chile entre el estallido de octubre de 2019 y el plebiscito de septiembre de 2022, que determinó una derrota contundente para el gobierno del Presidente Gabriel Boric. Latorre señala que las transformaciones que se quieren llevar a cabo tienen que ser “con responsabilidad fiscal, con diálogo democrático, con gradualidad, con pragmatismo” debido a que como oficialismo son minoría en el Parlamento, recalcando que “hay un horizonte de superación del neoliberalismo. A eso no vamos a renunciar” (El Mercurio, 23 de octubre de 2022).

Obsesión antineoliberal

Es así como Latorre –igual que otros dirigentes de la izquierda radicalizada– no está dispuesto a ceder espacio en el logro de un objetivo ideológico-estratégico que la élite de gobierno esgrimiera como bandera principal para acceder al poder, sin reparar en la naturaleza de los medios, ni en la ilegitimidad ética de los mismos, lo que explica ese discurso justificante de innumerables acciones de violencia ejercidas antes, durante y después del estallido provocado.

Esta idea-obsesión de poner término al neoliberalismo, eje central impulsor de la dirigencia oficialista y de sus intelectuales, cayó al suelo cuál estantería vieja el 4 de septiembre y yace derrumbada en medio de sollozos y recriminaciones.

Por su parte el diputado Diego Ibáñez nuevo presidente de Convergencia Social (CS), partido en que milita Gabriel Boric, ha emitido expresiones que avanzan en el mismo sentido de la última postura de Boric: “ninguna revuelta ha sido ideológicamente anticapitalista”. Acota, desde su particular punto de vista, que se trata de “pulsiones” “antiabusos”, “de revocación anti élites”, de “ruptura popular entre la sociedad y las instituciones” (La Tercera, 19 de octubre de 2022).

Eso que Ibáñez califica de pulsión antineoliberal es la expresión contundente de un síndrome complejo mayor.

Más allá o más acá de lo que para algunos es una interpretación disímil respecto de un objetivo ideológico-estratégico entre partidos de gobierno, lo que subsiste hasta ahora es una doble e incoherente visión estratégica acerca de éste, rebajada al nivel de categoría táctica.

La controversia se ha vuelto a encender

La visita de la economista Mariana Mazzucato a la región ha reinstalado la polémica. “Estamos mirando a Chile como un experimento muy importante para matar al neoliberalismo”, ha dicho Mazzucato, consejera foránea de la actual coalición detentadora del poder (El Mercurio, 26 de octubre de 2022).

En boca de esta madre-nodriza el engendro diseñado “trata, básicamente, de replantear el papel del Estado”…“como configurador capaz, competente y seguro del mercado”. “No se trata de volver a las políticas industriales ya puestas a prueba en el pasado -esto es, políticas dirigidas a reforzar la sustitución de las importaciones o lograr la competitividad de precios-, aunque no cabe duda de que es conveniente conservar algunos elementos importantes. (Cambio transformacional en América Latina y el Caribe, Un enfoque de política orientada por misiones, documento de la CEPAL).

La autora de “Misión Economía: guía para cambiar el capitalismo” (2021), sostiene que “la región debe adoptar un nuevo enfoque en materia de inversión, innovación y estrategia industrial”.

Esta visita ocurre mientras el Presidente Boric y algunos integrantes de su gobierno, han moderado sus discursos y actitudes, tirando por la borda sus duros diagnósticos anteriores acerca de ‘los 30 años’ que les sirvieron para llegar a La Moneda (El Líbero, 28 de octubre de 2022).

Mazzucato: una visita fuera de tiempo

¿Cuál fue el objeto de esta visita inoportuna a Chile y de sus conversaciones con el Presidente Boric y otros personeros? ¿Que el mandatario no abandone el camino de reformas esenciales que ella trazara en el primitivo programa de gobierno? ¿Convencerlo de que “la rutina neoliberal” “no sirve en un momento en que se necesita crecer”?

El ‘experimento Mazzucato’ es en este momento un verdadero delirio, por lo extemporáneo del ensayo en cuestión y por los riesgos anexos a su aplicación. Aunque ella ha dicho que fue tergiversada y ya no habla de experimento sino de experiencia.

Según un análisis de Max Colodro, “la coalición de gobierno, al menos la coalición original, que es Apruebo Dignidad, se ha mantenido en su línea” (inicial). Las concesiones que el gobierno ha debido hacer son de índole táctico, impuestas por las circunstancias (El Líbero, 28 de octubre de 2022).

El politólogo Mauricio Morales afirma no obstante, que “Chile no será la tumba del neoliberalismo y mucho menos del capitalismo”. Ante tal perspectiva es posible que las próximas visitas de izquierda se sientan muy desilusionadas por los vaivenes y retrocesos de la presente coalición de gobierno y dejen de apostar por una sociedad dispuesta a insistir en la democracia basada en un vigoroso Estado de derecho y una economía social de mercado sostenida social y políticamente.