Por Jorge Heine

Una de las paradojas de nuestra larga y angosta franja es que, pese a ser el país
más austral del mundo, la autoimagen que perdura en muchos sectores en Chile
es de algo muy distinto -la de “un rinconcito de Europa en el extremo de
Sudamérica” (la “Noruega del Pacífico”, reflejada en el iceberg que enviamos a la
Expo Sevilla en los noventa).

En vez de asumir nuestra condición de país emblemático del Sur Global, ente que
irrumpe con singular fuerza en el escenario internacional de nuestros días,
impulsado por acontecimientos como la guerra en Ucrania, la expansión de los
BRICS y la guerra en Gaza, ni siquiera usamos el término “Sur Global”, o, peor
aún, renegamos de su existencia. No hay tal cosa, dicen algunos especialistas
locales, aunque bastaría leer números recientes de The Economist o Foreign
Affairs, para darse cuenta de lo equivocado de ese negacionismo.
El resultado de esta miopía es nuestra progresiva marginación de algunas de las
principales entidades de gobernanza global en el mundo de hoy, muchas de ellas
informales, como el G20 y los BRICS, pero no por eso menos significativas, como
subraya el prominente teórico canadiense de las RR.II., Andrew F. Cooper, en un
nuevo libro, The Concertation Impulse in World Politics.
Traigo esto a colación a partir de la próxima visita del Presidente Lula a Chile.
Cabe notar que en una reciente visita de Lula a Colombia, el Presidente Gustavo
Petro le expresó el interés de Colombia de ingresar a los BRICS.
Como es sabido, el grupo BRICS, que se reúne desde 2009, estuvo originalmente
formado por Brasil, Rusia, India y China, al que se sumó Sudáfrica en 2010. En
2024, se añadieron Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes, Etiopía e Irán.
Argentina, bajo el nuevo gobierno de Javier Milei, declinó la invitación de hacerlo.
Los BRICS representan un 45 por ciento de la población mundial, unas 3.500
millones de personas, y un PIB de 28 billones de dólares, ya superior al del G7 ( el
club de los países más industrializados, encabezados por Estados Unidos), en
términos de paridad de poder adquisitivo. Se proyecta que en 2028 los BRICS +
representarán un 33,6% de la producción mundial, versus un 27% del G7. Los
BRICS tienen un banco, el Nuevo Banco del Desarrollo, con sede en Shanghái,
con un capital de 50.000 millones de dólares, una entidad bien evaluada por las
agencias de crédito.
Las proyecciones también indican que en 2050, siete de las mayores economías
del mundo (incluyendo varias de los BRICS, partiendo por China e India) serán no
occidentales.
En un país como Chile, que depende tanto del comercio y las inversiones
internacionales, tal vez sería útil que tuviésemos algo más de visión de futuro y
nos diésemos cuenta “por dónde va la micro”. Subirse al carro de los BRICS,
como quiere hacer Colombia, sería un paso en esa dirección, y es algo que
debería estar en la agenda de la reunión entre los presidentes Boric y Lula en
apenas unos días.