Desde el 17 de Octubre del año pasado, día del ataque de Hamas a Israel que
terminó con 1200 israelitas muertos y 240 secuestrados, se inició una ola de
rumores, que inundaron las salas de redacción de los medios de comunicación,
las redes sociales y los chat privados, propagando informaciones que en gran
medida no estaban verificadas. Poco había que hacer para frenar esa avalancha
de mentiras.

Desde el ataque, la desinformación, las narrativas infundadas, y las más extrañas
teorías se ha difundido por todo el mundo con enorme velocidad. A lo anterior
habría que sumar, traducciones inexactas y las acusaciones falsas.
En una guerra, los rumores y las mentiras pueden adoptar la apariencia de hechos
verdaderos y afectar las decisiones de las partes. Difícil resulta ofrecer una
evaluación clara de dichas informaciones. En el Medio Oriente, los sitios web de
verificación de datos y la investigación de la desinformación son recientes y a
menudo no tienen la experiencia para calibrar debidamente la verdad de los
hechos.
En el caso de la Guerra de la Franja de Gaza, la proximidad de los medios al
conflicto los hace tomar parte con mucha facilidad y sin tomar las debidas medidas
para determinar la verdad de los hechos. Más aún, en una región profundamente
dividida desde hace muchos años.
Las características mismas de la guerra, hacen difícil que los comunicadores
puedan verificar la verdad de lo falso. Y muchas veces, comunican como noticias,
hechos que solo ocurrieron en la mente de quienes las crearon. Actualmente, los
medios de comunicación occidentales han debido descartar una avalancha de
noticias falsas provenientes de fuentes israelíes y palestinas. En todo caso,
verificar esa falsedad, tomo tiempo y trabajo.
La información falsa se propaga con sorprendente rapidez, y que la gente que la
recibe, puede a lo mejor, no recibir después, la aclaración respectiva. De ahí que a
lo menos, los medios informativos de cierto prestigio deban chequear y re
chequear la información recibida, para no contribuir con su descuido a crear una
mayor desinformación. Es importante al respecto, que los comunicadores dejen de
lado sus posturas políticas y aunque les sea difícil, deben informar con
responsabilidad y objetividad. Es el único camino para que la política no borre de
un plumazo, la verdad de los hechos que ocurren.