El secuestro y brutal homicidio del ex-teniente venezolano Ronald Ojeda en Santiago de Chile, cuyo verdadero móvil continúa causando controversia de alcance internacional, ha originado una cascada de análisis, artículos y declaraciones que apuntan en dirección a Caracas, Venezuela. Un crimen que terminó violentamente con la vida de un oponente al régimen de Nicolás Maduro, en un país que le había concedido refugio, no puede ser calificado de un simple hecho delictual, como si éste fuera uno más de la crónica policial diaria, ni pasar desapercibido para las autoridades del país que le otorgó acogida. En este caso se ha puesto término a la vida de una persona en un país que al acogerla se obligó a reconocerle los derechos básicos que todo humano merece.

Distorsión analítica y apología irreflexiva
Sorprende pues, la opinión y enfoque distorsionado que de este crimen efectúan algunos personeros de gobierno y determinados dirigentes oficialistas dispuestos a excluir anticipadamente de responsabilidad a quienes están siendo observados bajo indicios concordantes de autoría, planificación y ejecución.
La ministra vocera de Gobierno y miembro del Partido Comunista chileno, ha dicho que: “ya no estamos en la Guerra Fría”, en un intento torpe y necio por apoyar la actitud apologética irreflexiva -irracional- de Gabriel Boric y eludir los serios cuestionamientos a su Partido que siempre ha defendido a Maduro y a los jerarcas de Cuba y Nicaragua. (radio Pauta, 4 de marzo de 2024)
Boric respaldó al PC, sin abordar el asesinato a sangre fría de Ronald Ojeda, afirmando: “no conozco otro partido que reciba tantos ataques ad hominem y mentiras”. En dicha ocasión se refirió al “anticomunismo visceral de algunos sectores”, sin pronunciarse sobre la gravedad del caso ni condenar la muerte de una persona secuestrada por facinerosos a sueldo. (2 de marzo de 2024)
La interrogante que surge es: ¿retornó la guerra fría o retornó el sectarismo marxista? ¿Retornó el fanatismo totalitario junto al centralismo democrático de un partido único?
¿Qué hay tras esta vulneración grave de la seguridad chilena? ¿Después de lo acontecido qué otros mensajes y señales vendrán?

Anticomunismo: espíritu de libertad y expresión de amor
El anticomunismo visceral es la reacción necesaria de amor a tanta vulneración de libertades fundamentales violadas por esa idea bárbara que en nombre del pueblo ha sometido y continúa sometiendo a millones de seres del planeta Tierra. Si ayer el hombre digno y libre se alzó contra el nazismo y el fascismo, hoy quiere, -junto a su descendencia-, levantarse contra este monstruo rojo que le acurruca y adormece antes de dar su zarpazo selectivo, liberticida traidor.
Está en los genes de todo espíritu libre rebelarse contra la opresión de los tiranos y sus secuaces, de modo que aunque sientas temor de ellos o seas genuflexo a sus dictados, nadie podrá impedir que como oprimido te levantes con aquella energía y coraje de mil huracanes, oxigenando los latidos de tu corazón bravío. El tiempo de estas horas no es un tiempo para tibios, de esos que se declaran solo ‘no-comunistas’, militantes etéreos, diletantes ineficaces, perezosos de espíritu.
No se trata de esparcir ningún tipo de “anticomunismo místico”, -(concepto de Pablo Ortúzar-, artículo “Esto es el Partido Comunista”, “La Tercera”, 6 de marzo de 2024)-, sino de fundamentar un anticomunismo combatiente, un anticomunismo a favor de la vida, la libertad y la democracia real, un anticomunismo contra las muertes decretadas por cobardes. Quienes han estado en el calvario de Gulag, descrito por un hombre lúcido -crítico implacable del terror político- como Aleksandr Solzhenitsyn, conocieron lo que significa sufrir en carne y sangre la dictadura inclemente del régimen de partido único. En este momento quien también comienza a padecer los efectos malvados del denominado ‘centralismo democrático’ chavista, en la Venezuela de Maduro, es la candidata presidencial Corina Machado. Como no citar entonces, a Fiodor Dostoievski: “es difícil imaginar hasta dónde puede ser mutilada la naturaleza humana”. (“Memorias de una casa de muertos”)
Solo el amor dulce por la democracia nos hará más justos y nos acercará a la cima de una existencia transcendente, antitotalitaria, sin sátrapas protegidos que amenazan la vida y la libertad.