Muchas veces se ha enfatizado que no es bueno crear expectativas de triunfo en los jóvenes, que se debe actuar de manera muy humilde al ponderar sus proyecciones a futuro y sus logros. Sin embargo, es plausible pensar, que es una de las causas, nunca mencionadas del porqué nos mantenemos en un insuperable estado de subdesarrollo. En nuestro país, al que piensa o proyecta un pensamiento triunfador, se le cuestiona y destruye. Eso es lo que se llama “mediocridad” para decirlo sin eufemismos. Así, son las excepciones quienes logran el triunfo gracias a una mentalidad centralizada en la “gloria”, alcanzar metas altas, superando por sobre todo las dificultades. La mayor parte de ellos son figuras del deporte como algunos de nuestros tenistas “top”, o el equipo chileno de Rugby por mencionar un par de ellos; pero lo positivo es que, si se está dando también este fenómeno en dominios de escasa atención pública como la ciencia, inteligencia artificial y otros.

¿Qué diferencia hay entre estos jóvenes con respecto a sus pares que no están marcados por el ímpetu del triunfo personal? Sin duda que es el afán no transable por alcanzar la gloria. Es una capacidad innata llevada por la pasión de encontrar respuestas a problemáticas simples o complejas.

¿Cómo se logra superar esta mentalidad derrotista, que ciertamente deriva muchas veces de una dosis de envidias y ocultamiento de las incapacidades? – Se logra fomentando en los jóvenes, la idea de pensar en grande, que podemos superar, con resiliencia al competidor de primer mundo. En parte esa capacidad de ponerse metas aparentemente inalcanzables está en la mente de cada persona, de sus “sueños”, pero en gran parte este afán se puede enseñar. Educar sobre cómo alcanzar logros es imprescindible desde una edad temprana, enfrentar miedos, superar dificultades, creerse el cuento, incentivando la creatividad sin imponerse barreras. Encantados de abrir un debate con ejemplos concretos sobre cómo se puede ser triunfador incluso más allá de las fronteras.

Los liderazgos del país son importantes. Vimos un Chile próspero que crecía acercándose al punto de inflexión en la compleja curva que marca el paso de un país en vías de desarrollo. Esto se logró hacia fines del gobierno militar, y aumentó con los gobiernos de Patricio Aylwin y Eduardo Frei, avanzando hasta el gobierno de Ricardo Lagos, donde se percibía un ecosistema triunfador que cambiaría Chile. En la última década este afán que parecía ya instaurado en la mentalidad del país comenzó a decaer, ahora si bien, hay talentos aislados que se logran gracias al anonimato, no se visualiza en el horizonte una perspectiva triunfalista de “pensar en grande”. Con esta filosofía lograremos un cambio en beneficio de Chile.