Por Jorge Varela
Analista Político

El filósofo y escritor neerlandés Rob Riemen ha declarado que enfrentamos una
enorme crisis civilizatoria, enfatizando que “la esencia de la crisis de civilización es
siempre una crisis de educación”, de humanidad. En su carácter de defensor
vigoroso del rescate de valores trascendentales universales para superar las
consecuencias del nihilismo, nos advierte sobre la decadencia del debate político-
ideológico, el peligro del autoritarismo y el ascenso de la política radical en Europa
y otras zonas del mundo. Hemos olvidado qué es la democracia, qué es la libertad
y qué es la verdad. “Hemos perdido el sentido de lo que es universal, lo que
significa que hemos perdido también la idea de unidad de la humanidad, de que
todos somos seres humanos”. Hemos perdido “el arte de ser humanos” (título de
uno de sus libros).

La visión limitada de Fukuyama
En muchos sentidos quisimos suscribir la tesis de Frank Fukuyama sobre el fin de
la historia.
Con El fin de la historia, Fukuyama dijo: “Todos queremos creer en este
capitalismo democrático liberal… sin darnos cuenta del hecho de que no solo de
pan vive el hombre. Un modelo económico o un modelo político no se ocupará de
sus problemas de identidad. Así que tardíamente ahora tiene que admitir que no
es el fin de la historia, porque el modelo económico político no será capaz de
hacer frente a las consecuencias del nihilismo que Nietzsche nos señala”.
Con el fin de la historia, con el fin de la Guerra Fría, el mensaje era que “el
comunismo ya no constituye una amenaza significativa para el mundo capitalista
occidental, el mundo entero abrazará nuestro modelo, abrazará la democracia
liberal, abrazará el capitalismo, porque sacará a la gente de la pobreza… Todos
queríamos creer estas cosas”.
Nietzsche y los valores trascendentales
“Nietzsche, en su famoso párrafo de ‘La gaya ciencia’, narra que había un loco
caminando por el mercado con una linterna y pregunta, ¿dónde está Dios?; luego
dice: lo matamos. Es una hermosa, maravillosa construcción de Nietzsche para
decir algo sobre el hecho que hemos perdido nuestros valores trascendentales”.
Nuestras diferencias están en las nacionalidades y las religiones, pero todos
somos seres humanos. “Los valores trascendentales universales son los únicos
que están por encima de todos nosotros”. Ese es su mensaje principal. “Su
conclusión es que la gente empezará a buscar su propia identidad. Y el ganador
es el mundo del poder”. “El mundo del poder decidirá en qué tipo de valores
quieres creer”. Acerca de los seres humanos enfatiza: “lo único que no podemos
hacer es vivir en el vacío. Es imposible”.
Vivir en el vacío
Dándose cuenta que eso es imposible, “Nietzsche pensó que buscaríamos
sustitutos. Así que vamos creando nuevas pequeñas religiones”. Empezamos a
creer en la ciencia. La ciencia resolverá todos los problemas. La tecnología
resolverá todos los problemas. O las religiones políticas: fascismo, comunismo. O
la cultura del dinero. El problema es que todas ellas están separando a la gente: la
gente con dinero y la gente sin dinero, la gente que cree en la religión política, la
gente que está en contra de la religión política, la gente que cree en la tecnología.
“Esas pequeñas religiones no resolverán nada”.
Conversando con Wittgenstein
“En el ‘Tractatus’ podemos tener una conversación filosófica con Wittgenstein,
quien al final precisa que incluso si todos los problemas científicos se hubieran
resuelto, ni siquiera habríamos tocado el problema de la vida en absoluto”. Porque
ante las preguntas sobre la vida, ¿quién soy yo?, ¿qué hacer con mi vida?, ¿en
qué creer?, ¿dónde puedo encontrar una respuesta cuando me enfrento a las
dificultades y a la tragedia de la vida?, “la ciencia no tiene nada que decir al
respecto”. La ciencia puede decirnos: esto es H2O (agua), pero no puede decirnos
nada sobre su significado. “Entonces, ¿qué queda?”
Podemos tratar de olvidar todo. Vamos al mundo de la diversión. “Queremos
divertirnos, podemos encontrar nuestras propias adicciones o algo así. O te
vuelves muy violento, o te vuelves fundamentalista, mi religión, mi política, y si no
eres parte de ella, eres hereje, debes ser asesinado”. (entrevista citada)
La transmutación de valores universales
Riemen afirma: “con el debido respeto a Frank Fukuyama”, “creo que él es
demasiado limitado en su visión”. “En general la clase política también es
demasiado limitada cuando lo centra todo en cuestiones económicas. Existe una
razón para ello y es que, de nuevo, recordando a Nietzsche, nos enfrentaremos a
la revalorización (transmutación) de los valores”. Todo cambiará, los valores
morales y espirituales desaparecerán, serán reemplazados por otros valores.
La mayor transmutación que hemos tenido es que la noción de calidad ha sido
reemplazada por la noción de cantidad. “Ahora, todo gira en torno a los números,
se reduce a números”. Y en el mundo de los números, ¿qué es lo mejor?: pues el
más grande. Así que cuanto mayor sea el número, cuanto más grandes las cosas,
mejor es. ¿Quiénes son ahora los que más influyen?: los economistas que se
encargan de los números; son ‘el nuevo cura’ al que la clase política escuchará,
para asegurarse de que hay crecimiento económico, desarrollo, etc.
El sentido de la vida, el arte de ser humano
He aquí las cuestiones que Riemen plantea con insistencia: ¿qué significan los
valores que necesitamos para ser capaces de vivir en paz y armonía? ¿Cuál es
nuestro sentido de civilización? ¿Cuál es el sentido de la vida?”
La principal preocupación de las personas es su propia identidad. La identidad es
incluso una palabra clave para algo muy profundo y básico. “Las preguntas
esenciales al respecto son: ¿quién soy yo? ¿Cuál es el sentido de mi vida? ¿Qué
hago aquí?” O sea, Wittgenstein en su esplendor.
“Hace dos siglos la religión proporcionaba las respuestas. Luego tenemos el
mundo de la Ilustración, Kant y todos los demás. Pero eso más o menos
desapareció y perdió valor con la Primera Guerra Mundial. La Primera Guerra
Mundial fue una verdadera guerra civil en Europa… y, en cierto modo, todavía no
se ha ido”.
“Es por eso que escribí mi libro ‘El arte de ser humano’, hay un cierto arte que
tenemos que redescubrir. Así que el tema de la identidad es también aquella
cuestión clave por la que escribí mi segundo estudio sobre ‘La estupidez y la
mentira’, o por qué las universidades ya no hacen lo que se supone que deben
hacer. Es decir, educar a los jóvenes mediante una formación liberal que les
ayude a desenvolverse en la vida”. “Pero la filosofía, como todos sabemos, es el
lado del espectáculo secundario en el mundo de las universidades
contemporáneas de Occidente”. De todos modos, -según Riemen-, lo anterior “se
relaciona con el hecho de que la gente ya no conoce la historia. No tiene ni idea”.
(entrevista en “Perfil”, 1 de junio de 2024)
Magnitud de la crisis
Rob Riemen cita a Paul Valéry, quien luego de la Primera Guerra Mundial, -en
1919- dijera: “volvemos a saber que las civilizaciones son mortales. La civilización
egipcia ya no existe. La civilización babilónica ya no existe. Por lo tanto, no está
escrito en la pared que la civilización europea o americana u occidental está ahí
para quedarse”. “Esto no es nuevo”, afirma. (entrevista en “Perfil”, 1 de junio de
2024)
Antes de las elecciones de la Unión Europea, su pronóstico era: “me temo que
vendrán más problemas. La Unión Europea está en proceso de desmoronarse”.
El fundador del ‘Nexus Instituut’, un foro creado para fomentar el debate cultural y
la reflexión, opina además que “todas las crisis están conectadas: la crisis política,
la polarización, el extremismo, las guerras, el cambio climático, las desigualdades
sociales. Todas están relacionadas con el hecho de que nos enfrentamos a una
crisis de civilización”.