Las elecciones en Ecuador en el año 2025, específicamente su segunda vuelta el
13 de abril, apuntan a ser un verdadero antes y después para la política del país y,
quizá, los comicios más importantes desde los de 2006. En aquella ocasión,
Rafael Correa encabezaba la candidatura de la Alianza PAÍS y logró imponerse
con un 57% en la segunda vuelta al magnate Álvaro Noboa.
Dos décadas más tarde, el hijo de éste, Daniel Noboa, busca la reelección en un
ballotage en el que se enfrentará por segunda vez ⎻ya lo hizo en 2023⎻ a Luisa
González, la candidata de Revolución Ciudadana, plataforma heredera de los
gobiernos del propio Rafael Correa.
La primera vuelta de las elecciones ecuatorianas de 2025 dejó un resultado en
cierta medida decepcionante para el presidente Daniel Noboa y su partido, Acción
Democrática Nacional (ADN). Hasta el propio domingo 9 de febrero, fecha de los
comicios, las encuestas mostraban una tendencia alcista del oficialismo que
permitía a Noboa imaginar una victoria en primera vuelta que hiciese innecesario
un desempate en segunda instancia. Nada más lejos de la realidad: empate a 44
puntos.
En las legislativas, un resultado agridulce, pues logró uno de sus dos grandes
objetivos. En efecto, consiguió concentrar el voto de la derecha nacional y el
anticorreísmo, poniendo fin al fraccionamiento de su electorado y obrando un
enorme crecimiento en la Asamblea Nacional: hoy ADN tiene 66 diputados, 52
más de los conseguidos en 2023.
Sin embargo, no logró ni siquiera rozar la mayoría parlamentaria. De hecho, la
suma de los dos grandes bloques de la oposición contraria a Noboa, Revolución
Ciudadana y el indigenista Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik
(MUPP), sumaron 67 y 9 diputados respectivamente, es decir, 76, el “número
mágico” (50% + 1) de un parlamento con 151 bancadas.
Daniel Noboa, dos años de presidencia
Gracias a una exitosa campaña de marketing político, Daniel Noboa se presentó
ante la sociedad en 2023 como un joven outsider y moderado, a pesar de ser
heredero de uno de los mayores emporios bananeros de Ecuador e hijo de Álvaro
Noboa, vieja figura de la política del país. En cualquier caso, la tesitura que se
encontró Noboa era particular.
Los comicios habían sido convocados mediante el mecanismo de la “muerte
cruzada”, lo que significa que, en lugar de iniciarse un nuevo mandato, las
autoridades electas en 2023 –entre ellas, el propio Noboa– debían completar la
legislatura vigente. De este modo, Noboa debe afrontar nuevas elecciones en
Ecuador apenas 16 meses después de jurar como presidente.
Semanas después de asumir el cargo, Daniel Noboa debió hacer frente a una
grave crisis de seguridad, colofón de una tendencia que se había exacerbado
durante el gobierno de Guillermo Lasso: el auge vertiginoso de la violencia del
crimen organizado. El líder ecuatoriano decretó el conflicto armado interno y dio
comienzo a una de las políticas centrales de su gobierno.
En un clima de amplia desafección política y severas preocupaciones sobre la
seguridad en el país ⎻con gran diferencia, se trataba del clivaje fundamental
durante las elecciones en Ecuador de 2023⎻, el presidente tenía el reto de mostrar
resultados concretos en esta materia antes de 2025.
En este contexto, su primer semi mandato fue uno influenciado por el “método
Bukele”. Referenciado en la estrategia de El Salvador contra las pandillas,
Ecuador llevó adelante un sendo programa de “mano dura” que fue acompañado
de reiteradas campañas públicas que asociaban a la particular figura de Daniel
Noboa con la lucha contra el crimen organizado. Además, a menudo el oficialismo
trató de vincular a la oposición –al correísmo, fundamentalmente– con la escalada
de violencia.
Sin embargo, el inicio de 2025 ha mostrado cifras récord en lo que a homicidios se
refiere, según datos del Ministerio del Interior, hecho que mermó el desempeño de
Noboa en la primera vuelta de las presidenciales. Para contrarrestar esta
situación, su equipo ha impulsado una ambiciosa campaña electoral a lo largo de
2025, e incluso desde finales de 2024, incorporando métodos como el uso de bots
en redes sociales.
Aunque la securitaria no ha sido la única crisis que ha atravesado el breve primer
mandato de Daniel Noboa. De hecho, sus meses en Carondelet han estado
atravesados por el conflicto institucional que ha sostenido con su vicepresidenta
Verónica Abad, a quien Noboa había intentado relegar desde poco después del
inicio de su presidencia. Esta crisis fue de gran relevancia y, sobre todo, marcó la
discusión pública ecuatoriana durante semanas, principalmente porque, según la
legalidad del país, el presidente debe dimitir de sus funciones durante la campaña
electoral si decide competir por la reelección.
La política exterior de Daniel Noboa
Quizá la clave fundamental del gobierno de Daniel Noboa ha sido su política
exterior. La propuesta más relevante que intentó sacar adelante fue la
modificación del artículo 5 de la Constitución de 2008. Dicho texto prohíbe el
establecimiento de “bases militares extranjeras”, así como de “instalaciones
extranjeras con propósitos militares”. Las líneas fueron incorporadas en el marco
del primer gobierno de Rafael Correa y evidenciaban un empeño por parte de la
izquierda ecuatoriana de limitar la proyección que Estados Unidos había tenido
históricamente en el país.
Sin ir más lejos, el establecimiento de aquel artículo en la carta magna de Ecuador
sentó las bases para que Estados Unidos tuviera que abandonar la Base Aérea
Eloy Alfaro de Manta, donde funcionaba el Centro de Operaciones de Avanzada
estadounidense. Noboa justificó esta pretensión alegando la necesidad de contar
con el apoyo de actores como Washington para la lucha contra el crimen
organizado.
Además, asoció el rechazo a la reforma constitucional con un supuesto apoyo a la
actividad criminal en el país; en este sentido, es conveniente señalar que la
propuesta emergió unas semanas antes de que diera inicio la campaña electoral
para las elecciones ecuatorianas de 2025.
El otro gran episodio de la política exterior del Ecuador de Daniel Noboa fue,
indiscutiblemente, la grave crisis diplomática con México, entonces gobernado por
Andrés Manuel López Obrador. En la madrugada del 6 de abril de 2024, efectivos
de la policía ecuatoriana ingresaron por la fuerza en la embajada de México en
Quito para capturar al exvicepresidente del país, Jorge Glas, sobre el que recaen
delitos de corrupción, pero quien alega ser víctima de lawfare.
Ciertamente, en un contexto en el que Donald Trump impulsa un giro en la política
de Estados Unidos para América Latina, una eventual reelección de Daniel Noboa
⎻esta vez para cuatro años⎻ podría significar un cambio de fondo en los lazos
entre Quito y Washington.
Donald Trump, junto a su secretario de Estado Marco Rubio, postulan un enfoque
mucho más ideológico para América Latina: de un lado, escalando la presión
contra los actores “hostiles” y, en general, aquellos no alineados con Estados
Unidos; del otro, reforzando y favoreciendo a los gobiernos “amigos” a cambio de
concesiones en materia migratoria y, probablemente, comercial y militar.
Junto a Javier Milei en Argentina o Nayib Bukele en El Salvador, Daniel Noboa
buscará formar parte del grupo de mandatarios del agrado de Trump a cambio de
que Ecuador juegue un rol cada vez más subordinado a la proyección
norteamericana en América Latina. En este sentido, un nuevo mandato del líder de
ADN podría constituir un verdadero cambio de época en la posición de Ecuador en
la región, fundamentalmente en relación a Estados Unidos.
Desde 2023, Luisa González ha sido la principal antagonista del presidente
Noboa, quien alcanzó Carondelet luego de que la izquierda ecuatoriana chocase
nuevamente con su particular muro de los ballotage. Como ya le ocurriera en
2021, no pudo crecer lo suficiente desde una primera vuelta en la que fue, de
lejos, la primera fuerza, y una segunda vuelta en la que no logró contrarrestar el
poder del “voto útil” anticorreísta. Noboa se benefició de esta dinámica electoral
ecuatoriana, pasando de un 23% en primera instancia a un 52% en el desempate.
El correísmo gobernó Ecuador entre 2007 y 2017 a través del economista Rafael
Correa, el representante ecuatoriano de la “marea rosa” latinoamericana. Junto a
otros como Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Lula da Silva en
Brasil, Vázquez y Mujica en Uruguay o los Kirchner en Argentina, constituyó una
de las varias patas de la ola de gobiernos de izquierda, desarrollistas y
latinoamericanistas que surgieron como respuesta al ciclo de consenso neoliberal
durante la década de los noventa en América Latina.
Correa impulsó desde su gobierno las nociones del Buen Vivir, si bien encontró
considerables contradicciones, fundamentalmente en la relación con los
movimientos indigenistas enmarcados en la Confederación de Nacionalidades
Indígenas del Ecuador (CONAIE). Desde entonces, la tensa relación con este
sector, representado políticamente por el movimiento Pachakutik, ha limitado
enormemente las opciones electorales de Revolución Ciudadana en los balotajes
contra la derecha nacional.
De cara a la segunda vuelta de las elecciones en Ecuador del 13 de abril,
Revolución Ciudadana tiene una posición favorable. Ha logrado elevar su suelo de
voto en la primera vuelta, partiendo de un 44% que es, evidentemente, más
competitivo que el 33% obtenido en primera instancia en 2023.
Además, debido al carácter confrontativo del gobierno de Daniel Noboa, la postura
de Pachakutik en este balotaje se antoja menos anticorreísta que en otras
ocasiones. Si bien su líder Leónidas Iza no ha pedido abiertamente que sus
electores “desplacen” excepcionalmente su apoyo hacia la candidatura de Luisa
González, sí ha deslizado en sus declaraciones públicas una preferencia clara por
evitar un segundo gobierno de Noboa.
De lograr recuperar Carondelet, la izquierda ecuatoriana afrontará numerosas
dificultades. En primer lugar, deberá buscar soluciones para una crisis securitaria
que se agravó enormemente poco después de la salida de Rafael Correa del
gobierno y sobre la que, por tanto, la propia Revolución Ciudadana no tiene
experiencia en la gestión. Además, las condiciones regionales no son las mismas
que aquellas en las que Correa obtuvo la victoria en 2006. América Latina
atraviesa un ciclo de persistentes derrotas oficialistas y los aliados del correísmo
hoy son menos en cantidad, en fuerza electoral y en firmeza programática.
Sea como fuere, es posible afirmar que las elecciones en Ecuador del año 2025
son cruciales. Una eventual victoria de Daniel Noboa significaría probablemente
un reencaje del país en una región que parece volver a estar en el foco de la
administración estadounidense. Por contra, un retorno del correísmo al gobierno
sería un nuevo espaldarazo para una izquierda latinoamericana que atraviesa
profundos debates sobre sus nuevas perspectivas.








