Esta es una de las experiencias más normales que tenemos en el curso de
nuestras vidas, pero curiosamente una de las que más ocultamos y no queremos ver ni enfrentar.
Nuestras vidas están sometidas al devenir de personas, cosas y situaciones variables,
donde lo único inmutable, como decía Anaximandro, es el cambio. Vivir, de alguna manera,
es ganar y perder, gozar y sufrir, la clave por supuesto, siempre estará en cómo vivimos
esto que es inevitable, para aprender y crecer.

La experiencia del Duelo, lo reconozcamos o no, viene aparejada de dolor,
de ahí viene el concepto también. Duelo, dolor, y este se relaciona siempre con
una pérdida, una decepción o desilusión. Estas pérdidas o decepciones conllevan
unas fases de tristeza, rabia, negación, etc. hasta la aceptación de la pérdida, y
pueden repercutir en nuestras vidas durante mucho tiempo. Este afrontamiento
de la pérdida es complejo y emotivo y no tendría que ser minimizado, pues de
hacerlo y no elaborarlo, las consecuencias son negativas en nuestra salud,
aparecen somatizaciones y diversos trastornos físicos y psíquicos, a los cuales
muchas veces no encontramos su origen. Concretamente una mala elaboración
del duelo, representa una puerta de entrada al trastorno psicosomático y puede
generar unas condiciones emocionales precarias para los futuro e inevitables
duelos que la vida nos depara, como experiencias que debemos comprender y
procesar.
Los duelos pueden ser mayores y masivos, como la muerte de un ser
cercano y querido, la pérdida de trabajo o una enfermedad catastrófica,
situaciones que tienen una gran carga afectiva, económica, social y de estrés,
con un tremendo potencial destructivo, si no sabemos enfrentarlas. Pero también
puede ser un duelo, y muchas veces no sabemos identificarlo, asuntos
aparentemente menores, como la pérdida de una pieza dentaria, un choque en
nuestro automóvil o la pérdida de un objeto muy querido.
Las etapas de un duelo han sido muy bien estudiadas y es muy importante
identificarlas, ellas son:
1. Fase de Negación Emocional, Incredulidad.- Ocurre el evento y
decimos…”pero no puede ser, cómo me está pasando a mí esto?…¿pero
como que ha muerto, si yo estuve con él ayer almorzando?…No queremos
ver lo que nos pasa o pasa a nuestro alrededor, es el primer mecanismo de
protección de nuestra psiquis, negar. En muchos duelos patológicos,
algunas personas viven años con las mismas rutinas diarias de su pareja,
y esta ha muerto hace mucho tiempo.
2. Fase de Protesta y Rebeldía.- Aquí descargamos nuestra frustración por lo
que pasa, nuestra pena no asumida contra el médico, un policía, un
familiar, alguien que está relacionado con el hecho. La duración de esta
fase es relativa.
3. Fase de la Tristeza, Pena y Dolor.- Sentimos la perdida, esta nos afecta y a
veces nos desmorona psíquicamente. Estamos tristes, nos sentimos solos
y pareciera que nos falta algo. Es una experiencia carencial.
4. Fase de Aceptación Intelectual.- Van pasando los días o meses, según la
magnitud de la pérdida, y comenzamos a aceptar que nuestra vida ha
cambiado, que ya no tendremos más a esa persona, situación o recurso.
Pero es una aceptación intelectual, es pensar en ello, esta fase no implica
una comprensión profunda, no se han reparado nuestros vínculos
internos, no hemos extraído una enseñanza.
5. Fase de Aceptación Emocional.- Nuestras emociones son más serenas,
existe una mayor comprensión y aceptación de la experiencia dolorosa,
esta es la fase donde comenzamos a curarnos internamente y crecemos
con la experiencia.
6. Fase de Reparación de Vínculos y Final.- Ha pasado un tiempo de
madurez, hemos comprendido y asumido nuestros procesos vitales,
sabemos más de la vida y somos conscientes de la posibilidad de crecer a
través de la búsqueda del significado del dolor. Estamos preparados para
nuevas relaciones y nuevos apegos.
Brevemente es importante decir que todo proceso de elaboración de un duelo,
tiene su tiempo, por ejemplo elaborar una pérdida de un ser querido puede
tomar, en todas sus etapas, meses, según la cercanía y calidad del vínculo que
existía. Todos los duelos incompletos traen consecuencias negativas, como a
veces sucede, que iniciamos una relación afectiva, sin haber comprendido el
sentido de la ruptura anterior ni procesado el duelo. Eso es fatal para el nuevo
apego o proyecto.
¿Qué cosas podemos hacer, en sentido práctico, para procesar un duelo?:
• Aceptar y comprender que es un proceso natural, que toma tiempo, que no
podemos apurarlo y se debe vivir procesalmente. Comprender la experiencia.
• Comunicar nuestra pena y dolor, no cerrarnos, expresar nuestros afectos a personas
cercanas, elaborar nuestras emociones, no reprimirlas, buscar ayuda de ser necesario.
• Rodearnos de vida, tener y cuidar plantas y animalitos, si nos gusta, ayuda mucho,
visitar amigos y activar nuestras redes sociales.
• Aprender algo nuevo, idealmente una manualidad, trabajar con las manos en forma atenta
y consciente, puede ser la más efectiva psicoterapia de reconstrucción.
• Hacer actividad física, según la edad y condición de salud, es una enorme ayuda,
es como tomar un poco de sol, esto permite generar endorfinas cerebrales, anti depresión.
• Buscar nuevos sentidos del vivir, crear proyectos y comprometernos con ellos, ayudar
a personas, ser generosos y solidarios, son herramientas potentes en estos casos.
Debemos aceptar y hacer nuestros duelos en forma natural, son parte del vivir y
de crecer como seres humanos.