El Partido Frente Amplio nació para terminar – según ellos – con los males de la
vieja política. Creció, criticando ácidamente a la coalición de partidos Nueva
Mayoría, adoptando frente a ellos, una especie de postura moral. Sus principales
dirigentes fueron actores del episodio llamado “revolución pingüina” movimiento
estudiantil que reivindicó la educación pública. Fue creado por la unión de varios
partidos políticos y movimientos progresistas partidarios de la justicia social, la
igualdad y la inclusión.
Llegaron rápidamente al gobierno, colocando a uno de los suyos, Gabriel Boric
como Presidente de la República. Todo le sonreía hasta ese momento a la joven
colectividad política.
Sin embargo, a poco andar y a raíz del intento por imponer un nuevo texto
constitucional radical y partisano, sufrió la primera y gran derrota. El pueblo por
una abrumadora mayoría rechazo en un plebiscito ese intento refundacional.
Después de ese episodio, que en realidad impidió la consumación de crear un
nuevo Chile, el Frente amplio sufrió otras derrotas electorales que le llevaron a
tener que convidar al gobierno al socialismo democrático, a quienes habían
criticado con una rudeza desconocida en nuestro país.
En la anterior legislatura, el Frente Amplio llegó a tener 23 diputados. En la
elección parlamentaria recién realizadas, este partido bajo su representación a 17,
perdiendo en consecuencia el 26% de su bancada de diputados.
Además, en la reciente elección presidencial de primera vuelta, su candidata, la
militante comunista Jeannette Jara, si bien paso al balotaje o segunda vuelta, no
logro llegar al 30% de apoyo que tiene – según las encuestas – el presidente
frenteamplista Gabriel Boric.
Que pasará con este partido que venía a cambiar la política sin conseguirlo. No lo
sabemos. Pero si sabemos que el camino se les puso cuesta arriba.








