Por Renato Ahumada C.
Director El Cordillerano

Hace tres años, un día 4 de septiembre, el pueblo de Chile ejerciendo su derecho
a sufragio, rechazo en un plebiscito citado al efecto, el proyecto de nueva
constitución aprobado por la Convención Constitucional y elaborado por
convencionales de izquierda radical, frenteamplistas y comunistas. Y aunque
parezca increíble, fue un proyecto apoyado por los partidos tradicionales de la
izquierda: socialistas y PPD.

El texto rechazado por una contundente mayoría de un 62% era sin duda un
proyecto delirante, que la sabiduría del pueblo, supo poner de manifiesto y
rechazar.
El proyecto planteaba que Chile estaba conformado por diversas naciones;
atentaba contra el derecho de propiedad; creaba un parlamento sin contrapeso al
eliminar el Senado; creaba escaños reservados en el parlamento; proponía
sistemas de justicia distintos; terminaba con la igualdad ante la ley, la certeza
jurídica y la separación de los tres poderes del estado. Era, sin duda, un proyecto
identitario, destinado al fracaso. Era imposible – como ocurrió – que la gente
aprobara un proyecto que rompía con el sistema democrático y hacía inviable el
desarrollo de la economía del país.
El rechazo de este proyecto identitario marcó un antes y un después en la
democracia chilena. El rechazo constituyó una derrota de proporciones para el
Frente Amplio, el Partido Comunista y los sectores radicalizados de izquierda. Y
tambien para la llamada izquierda democratica, el Socialismo Democratico y la DC
que fueron complices – inexplicablemente – de esa aventura antidemocratica. Fue
tambien una dura derrota para la ex Presidenta Bachelet, que se jugó entera por
lograr la aprobación del proyecto.
Y constituyó un triunfo para los sectores de centro izquierda, de centro, de centro
derecha e independientes que supieron defender – con fuerza y unidad – los
valores democraticos amenazados por la paranoia de los autores del proyecto.
Hoy, a tres años despues de ese día señero para la democracia, vale la pena
reflexionar sobre lo ocurrido, para que nunca más un grupo de audaces pretenda
romper las bases en que se sostiene la institucionalidad de nuestro país.