Importantes empresas que han construido miles de viviendas en los últimos años, han debido pedir su reorganización judicial y otras se han ido, derechamente a la quiebra.

Se dice y con justa razón, que la construcción es la industria madre. No solo por emplear abundante mano de obra calificada y semi calificada, sino porque para construir viviendas ponen en marcha una serie muy importante de industria de gran, mediano y menor tamaño. Desde el cemento y el hormigón hasta las lámparas que cuelgan de sus cielos. Pasando por pisos, pinturas, artefactos, puertas y ventanas, aluminios, cocinas, aparatos de calefacción, etc…etc. Ello hace que tenga un efecto multiplicador muy importante para la economía.

Hoy la industria de la construcción vive un momento difícil. Importantes empresas que han construido miles de viviendas en los últimos años, han debido pedir su reorganización judicial y otras se han ido, derechamente a la quiebra.

Los efectos del 18/O, luego la pandemia que produjo una paralización de proyectos por cerca de cuatro meses, con la pérdida de 400.000 empleos, el aumento del dólar, de los combustibles y los fletes que encarecen los materiales, la escasez de mano de obra que presiona al alza los sueldos, trabas crediticias, trámites burocráticos para obtener los permisos de edificación, el aumento de las tasas de los créditos hipotecarios, la escasez de suelos a precios razonables y finalmente la menor demanda debido a la inflación, han colocado a la industria inmobiliaria en un terreno peligroso.

Varias firmas ligadas a esta industria han iniciado procesos de reorganización judicial para evitar la quiebra. Entre ellas: Beltec, La Cruz, Santafé, La última de las cuales es Sencorp, un grupo inmobiliario fundado en 1962 por el arquitecto Abraham Senerman, que pidió la reorganización judicial.

La situación actual es complicada para el sector. Los precios de venta siguen aumentando debido a los mayores costos de los materiales. Este escenario se agrava día a día, pues no mejora la situación económica del país, la que podría llegar a un crecimiento cero el año 2023.

Los temas macroeconómicos como la inflación y el alza de las tasas de interés conspiran en contra del sector. Haciendo caer la demanda a niveles nunca vistos en los últimos veinte años: 50% en viviendas y 60% en oficinas y locales comerciales.

La Cámara Chilena de la Construcción, entidad que agrupa a las firmas más importantes del sector, ha señalado que la situación actual es insostenible, razón por la cual han solicitado al gobierno, diversas medidas para paliar la crisis que se avecina. A lo anterior, se suma un hecho que debería preocupar a las autoridades de gobierno: la urgente necesidad de disminuir el déficit habitacional.

La CCHC ha señalado que se requieren soluciones extraordinarias, como perfeccionar el plan de pro inversión y la garantía estatal al pie en la compra de viviendas, y un sistema de colaboración con garantías estatales para que las empresas del sector de la construcción califiquen dentro del programa Fogape.

Tambien el organismo está solicitando el retiro en el proyecto de reforma tributaria, de la reducción de los beneficios del DFL n°2 y los incrementos tributarios a los desarrolladores de proyectos destinados al arrendamiento de viviendas y hacer más eficientes los programas gubernamentales del DS-19 y DS-49.

En Chile, como resultado de la inmigración, se incrementó el déficit de las viviendas, que en la actualidad llega a las 600 mil viviendas. Solucionar este grave problema requiere una solución de Estado.