Por Gonzalo Wielandt
¿Qué es la izquierda? Para ser justos, es preciso recordar a Santiago Arcos y
Francisco Bilbao como liberales precursores de la “Sociedad de la Igualdad”, bajo
el ideario de la Revolución Francesa y promotores de la soberanía popular.
Este es el primer punto y uno de los fundamentales. La disputa por la noción de
soberanía es un campo de fricción que, si bien no dirime totalmente la izquierda de
la no izquierda, es fundamental para comprender la visión del Estado. Cabe
señalar a la luz de esto, que la histórica izquierda nacional representada por el
Movimiento Nacional Socialista chileno, así como la Vanguardia Socialista Popular
como exponentes de esa tendencia, no ha fructificado de modo relevante en el
curso histórico del país. Esto apunta que la izquierda spengleriana antioccidental y
antiliberal no logró un desarrollo político mayor, pero sí la izquierda ilustrada en
sus versiones liberal, socialdemócrata y marxista.
El Partido Socialista fue la rica expresión de diversas vertientes que tuvo su
proceso de hegemonización ideológica en la década de los ’60, cuando a raíz de
los congresos ideológicos, los socialistas populares son expulsados. El predominio
de la línea marxista leninista, potenciada por la Revolución Cubana, no dio
espacio a la línea socialista de Ampuero y otros cuya línea de profunda vocación
nacional no tuvo asidero a raíz de la “leninización” en la mayoría de los socialistas.
La “leninización” chilena tuvo su principal derrota en 1973, obligando a la izquierda
a diseñar nuevas visiones, sin renunciar al espíritu leninista, lo que se demostró en
el apoyo y complicidad a la insurrección de octubre de 2019. Antes de esto se
debe atender que con la caída del muro de Berlín y de la URSS, la izquierda
asume en general una visión “subalternista”. Esto es que la verdad, el
conocimiento, la bondad, el sujeto revolucionario está en las distintas minorías.
Como si la suma de ellas hiciera mayoría, pero el punto no es ese, sino que
profundamente ideológico.
Para la izquierda “leninizada”, ella es en si misma mayoría, la clase “idealmente
concebida” es mayoría, no necesita de sumas, la mayoría es ontológica, por lo
tanto, los procedimientos electorales son simplemente pretextos o dispositivos
tácticos, pero no generan representación ni mucho menos participación. Esta
ontología se funda en el traspaso de la lucha de clases a las luchas
“subalternistas”: Lucha de los indígenas, de los homosexuales, de las mujeres, de
los veganos, de los animalistas, de los ecologistas, del lumpenproletariado, etc.,
todos son víctimas del sistema opresor, de la injusticia, eso otorga derecho de
lucha, lucha por cualquier medio. En consecuencia, todo vale para el fin, aunque
no se crea en lo que se dice o lo que se hace.
A la luz de lo anterior, se genera una izquierda públicamente indefinida, por cuanto
no es lo que tradicionalmente fue, pero que en su lineamiento político leninista
llevó el curso de los hechos a una situación límite de proponer el
desmantelamiento del Estado nacional de Chile y la eliminación de la república
democrática, cuyo nulo asidero en el pueblo de chileno provocó la derrota
estrepitosa de la intentona leninista de nuevo cuño en el plebiscito del 4 de
septiembre de 2022.
Junto con lo anterior, la lucha de intereses individuales que propugna la izquierda
actual se intersecta con las agendas supraestatales de organismos internacionales
y trasnacionales de la alta burguesía capitalista global. En otras palabras, la izquierda
indefinida actual es un agente político del liberal-globalismo.








