Por Paulina Núñez Urrutia
Senadora Quinta Región

Resulta paradójico que los extremos del espectro político lleguen a un
razonamiento tan contradictorio y semejante a la vez. Es evidente el interés
electoral que se desprende de la reyerta política del momento, entre más alejados
del centro político más se percibe la posición monolítica y obtusa.

El sector político que siempre ha defendido los derechos humanos de los
migrantes y la igualdad sustantiva resulta que ahora quiere excluirlos de manera
arbitraria del derecho a voto, restringiendo sus derechos políticos. Basta con
revisar la primera propuesta constitucional en el capítulo II sobre derechos
fundamentales y garantías, la redacción del principio de igualdad ante la ley y la
prohibición de toda forma de discriminación que se fundara en motivos como la
nacionalidad, clase social, ruralidad, situación migratoria o de refugio o cualquier
otra que tenga por objeto o resultado anular o menoscabar la dignidad humana, el
goce y ejercicio de los derechos. Adicionalmente y para refrescar la memoria, el
artículo 117 y 160 de la primera propuesta señalaban que las personas
avecindadas en Chile por al menos 5 años serían consideradas ciudadanas y
podrían ejercer el derecho a voto, incluyendo la posibilidad de votar inclusive a los
menores de 16 y 17 años de edad.
Resulta incomprensible que quienes habitan nuestro territorio de manera legal por
al menos 5 años y luego de superar todos los obstáculos que implica migrar a otro
país, no puedan acceder en igualdad de condiciones a sus derechos políticos,
tanto al derecho a votar, como a participar de la vida pública de manera digna y
libre.
Por otro lado, los que en su momento defendieron la construcción de una zanja o
un muro en la frontera, ahora defienden con vigor el derecho a voto de los
extranjeros por creer que los favorece política y electoralmente.
El segundo proceso constitucional, representado mayoritariamente por el Partido
Republicano, tuvo el mismo desenlace que el primero, por encarnar
sesgadamente una visión de país que la ciudadanía no logró sintonizar. A modode ejemplo podemos citar el numeral 4 del artículo 16 , que regulaba en detalle las
condiciones de expulsión de extranjeros debiendo concretarse en el menor tiempo
posible cuando hubieran ingresado de forma clandestina o por pasos no
habilitados, elevando a rango constitucional un delito especial, sin garantías de un
proceso justo e imparcial.
A pesar de que ambas propuestas constitucionales eran antagónicas, ambas
consideraban el mismo criterio de 5 años de avecindamiento para acceder al
derecho a sufragio o acceder a cargos de elección popular. Debemos reivindicar la
vocación de construir acuerdos teniendo como único norte el bien común y el
respeto a los principios democráticos occidentales, amenazados por el nuevo
fantasma del populismo, la intransigencia y el terrorismo.
Basta de minimizar la pobreza, instrumentalizar el sufrimiento y justificar todos los
males en nuestro modelo de democracia liberal. La lógica de la Guerra Fría debe
terminar, poniéndonos al servicio de recobrar la confianza de nuestras
instituciones, luchando contra el utilitarismo desalmado con la realidad de miles de
personas que en estos momentos pasan hambre y frío. ¡Con la pobreza no se
juega!