Manuel Llanos Gorichon, fundador en Argentina de Future Capital Ventures, explica que “la SAS es un vehículo que desarrolla y opera, a la fecha, 2 proyectos icónicos en Mendoza. Manuel adelanta su estrategia para lograr una Mendoza “Doble S” (más social y más sustentable). Sus iniciativas convergen en convertir a Mendoza un Hub Innovación Energética en Argentina y actuar como un “Pivote Regional y actuar como Backup de la estrategia de H2V de Chile”, y aclara que “ya tenemos un primer layout de la inversión disruptiva en la materia”, y sentencia “no podemos mirar el desarrollo de esta hermosa provincia con espejo retrovisor”.
Un segundo proyecto en carpeta es potenciar el ecosistema de impacto positivo. “Llevamos unos 6 meses creado un Fondo Venture de Impacto e integrado al desarrollo un Mercado de Capitales más especializados y sofisticado”.
Manuel es un viejo conocido de la plaza, estudió en la UNCuyo. En los años 90, actuó como el mayor articulador de ola de inversiones chilenas en la Argentina y principalmente entre los años 1996 y 2000, promovió una cartera de inversiones por US$ 5.500 millones. Como alto directivo de ProChile y ex negociador senior de cancillería trasandina se especializó en regímenes inversiones y servicios financieros trans-fronterizos. Tuvo rol activo como negociador de 6 tratados de libre comercio (TLC) que Chile ha suscrito con México, Colombia, Corea de Sur, U.E y Japón. Fue impulsor de la Alianza del Pacífico y del MILA. En el 2018, y desde el sector privado, modeló los nuevos tratados comerciales de cuarta generación y que se logra firmar el primer un nuevo tratado “DEPA”, con Nueva Zelanda y Singapur con el propósito desarrollar economía digital en marco de comercio internacional y que hoy se quieren incorporar Reino Unido, Australia y China.
Llanos Gorichon es un conocedor del sistema financiero internacional. Su experiencia le permitió ser Director de Banco Chile en México, CEO de Bansi en México, Director Leasing Operacionales Mexicanos (ligado de la Grupo Financiero de Carlos Slim) y actuar primer sudamericano que fue miembro del “Board” de Asociación Bancos de México y de “Board” de AMAFORE, en país azteca, lideró el “Ecobank Program” iniciativa corporativa Crédit Suisse para América Latina, es socio fundador de la primer Universidad de Medio Ambiente de América Latina que funciona en Valle Bravo en México. En los últimos 12 años ha laburado como CEO corporativo de empresas financieras, eléctricas y fondos de inversión públicos y privados privados, orientado de la gestión de activos sustentables y financiamiento climático en México y Latam.
En año 2019, fue liquidador de la Bolsa de Valparaíso y en 2020 se integró al Fondo de reserva de pensiones del Estado de Chile y el Fondo Compensatorio (SIS) y fue parte de equipo asesor Presidencial del Proyecto de Pensión Garantizada Universal (PGU), iniciativa previsional solidaria que impulso el Gobierno del presidente Sebastián Piñera.
“Nuestro propósito es incorporar un mayor capital riesgo a las economías regionales de Argentina y de otros países de Latam, nuestro enfoque y paradigma de valor por el impacto positivo es incorporar un capital ético y paciente. Vamos a demostrar que Argentina es una plaza atractiva para diversos inversionistas que están comprometidos impacto positivo”.
Con foco directo en las provincias de Mendoza y Sante Fe, Llanos Gorichon arma su pipeline (carteras de proyectos) para diversos fondos chilenos, mexicanos y españoles, pero también para un pool de inversionistas locales. Hace una semana sumó Q-Impact, un fondo de origen español, y sentencia: “Empresarios locales aún no consideran la inversión de impacto como una clase de activos”, y justifica: “No hay cultura, ni sofisticación financiera, pero hay un pequeño ecosistema en desarrollo que es un semillero en un oasis”.
Afirma que como administrador general de fondos, “hay reglas generales donde todas las carteras de un fondo original deben ser equilibradas y bien distribuidas, y en el caso argentino nuestra estrategia es focalizarnos a las características y a la necesidad de integrarse a la realidad de economías regionales”, es lo que denominó como “glocalización de cartera”.
-¿Se define como un Banquero Verde o un Ciudadano Verde?
-¡Pregunta compleja! Primero, no existe la Banca Verde. Sino una banca ética, con compromisos sociales y amigable y promotora de medio ambiente. Me defino como un profesional que comprendió en aprendizaje personal en comprometerme como un mejor planeta y soy actualmente un devoto de la “Encíclica Laudato Si”, este documento me permitió comprender mi vinculo con mi Fe y el mi propósito existencial por cuidado y protección del planeta, En lo personal es un compromiso con la creación y de cual somos todos responsables. No soy, ni actúo como un agnóstico en lucha contra cambio climático, soy un militante proactivo por una causa que reconcilia la humanidad son la naturaleza. No es poesía, no es estética, es una misión ética.
Les comento una experiencia personal. Actué en un club de banqueros que de forma sindicada mitigamos la huella de carbono certificados por la UMA. Nos comprometimos 21 CEO por el “Carbono Neutral” de América Latina, tuve un pasaporte verde, seguros de autos verdes, todo lo hacía y consumía tenía que ser carbono neutral. Pero la neutralidad es jugar al empate, pero era un primer paso y una señal y expresaba una conducta y coherencia.
Como ciudadano, soy contribuyente, elector y consumidor. No tengo problema en pagar green tax, reciclar la basura y usar transporte público con certificaciones de bajas emisiones, votar por los candidatos con agenda ambiental proactiva, etc. Hoy privilegió todo mi consumo o prestaciones de productos de Empresa B, por eso cuando consumo agua envasada privilegio la compra Agua Villavicencio y no de alguna marca de soda, ya que la primera marca está certificada como tal.
-¿Por qué hay que invertir buscando un impacto? ¿Es algo de lo que somos cada vez más conscientes?
-Todo lo que hacemos tiene un impacto, positivo y también negativo. La inversión también genera un impacto. Nosotros modelamos un portafolio a invertir teniendo en cuenta ese impacto al ecosistema productivo y su sostenibilidad económica, social y ambiental. Inicialmente, la inversión sólo se midió en términos de rentabilidad, en la crisis de 1929 se incluyó el criterio de riesgo y durante décadas se ha desarrollado toda la teoría de carteras de acuerdo con el binomio riesgo-rentabilidad. Lo que proponemos a los inversores de impacto es tener ese impacto también como tercer factor en la toma de decisiones es pasar al trinomio rentabilidad – riesgo – impacto. De esta forma, pasamos a emplear un marco de tomas de decisiones más amplio y más complejo, pero también con mucho más potencial para desarrollo económico y productivo.
Comienza a haber evidencias, la experiencia de la inversión de impacto genera sinergias verticales y horizontales, hace una sociedad más consciente de su capacidad competitiva y también de su capacidad de organización solidaria a la vez.
Hoy por hoy, las empresas que tienen en cuenta el impacto social y medioambiental, en su modelo de negocio, desarrollan una serie de ventajas que las hacen más rentables a largo plazo y más resilientes a los cambios del mercado, fidelizan mejor a sus clientes, atraen a mejores talentos, tienen menos riesgo regulatorio, etc. Todo esto, a largo plazo, supone ventajas competitivas, y por tanto menor riesgo y como contrapartida mayor valor.
-¿Qué porcentaje debería suponer la inversión de impacto en una cartera de inversión? ¿Cómo se pondera?
-De acuerdo con el último informe publicado por SpainCap, la inversión de impacto en España representa apenas el 1% de los fondos bajo gestión en capital privado. En ACAFI , en Chile, en su report anual nos indica que el 0,7% de total de los fondos de inversión que operan en Chile son de impacto, por su parte la CMF y Corfo proyecta para el 2030 que los fondo de impacto va representar el 4% al 5% de total de los fondos de inversión administrados. Lo que supone unos US$ 1.800 a US$ 2.200 millones para 2030. Estamos lejos de países de la OCDE, el objetivo del sector es que la inversión de impacto represente entre 10% a 12 % de los fondos gestionados, y con ello alcance a nivel global el año 2030 lo que denomina el “Tipping Point” de la inversión de impacto, cuando será difícil que los inversores obvien esta estrategia.
Por otra parte, la realidad argentina, hoy su inversión de impacto es simbólica. Según un informe de Universidad Austral del año 2022 las inversiones de impacto no representan aún el 0,02% de carteras de los fondos y bancos que administran en este tipo de activos. En Argentina la inversión pública de impacto es meramente simbólica. Actualmente, el país dispone de un ecosistema orgánico y sostenido de empresas que abraza en impacto positivo en los que se denomina sistemas de empresas B, pero no hay capital especializado de soporte para acelerar este proceso. Desde mi análisis preliminar, Argentina en los próximos 5 años debería construir una cartera de activos de impacto que supere los Us$ 500 millones y en esa dirección queremos ser protagonistas activos.
-De hecho, es más viable la inversión de impacto en capital riesgo que en otros activos como renta fija o variable. ¿Por qué?
-Entendemos como inversión de impacto aquella que de forma proactiva busca generar cambios en la sociedad o el medio ambiente, además de una rentabilidad financiera de la inversión. Para ejemplificar, hoy hay fondos de impacto en Chile que rentan un promedio de 25% anual, 5 veces más que el promedio de rentabilidad de fondos de renta fija y tres veces que los fondos de renta variable que operan en el mercado y estás rentabilidades atraen con fuerza a los “family offices” pero también a inversionistas profesionales y nuestra idea es crear un modelo más democrático para que las inversiones de impacto sean fuente de ahorro de miles de argentinos.
Este nivel de involucración es más factible en inversiones directas en empresas no cotizadas a través del capital privado, que a través de inversiones de carácter más pasivo o financiero como puede ser la inversión en empresas cotizadas. Asimismo, a diferencia de las empresas cotizadas, las empresas no cotizadas no tienen la presión de los accionistas para maximizar los beneficios a corto plazo, lo que les permite enfocarse en objetivos a largo plazo, como solucionar problemas sociales y medioambientales que habitualmente requieren un enfoque a más largo plazo y es lo que los family offices y los inversionistas responsables están emigrado gradualmente.
-¿Es viable influir en la postura de las compañías de este modo? ¿Puede poner algún ejemplo de cómo han influido, como inversores, en las decisiones de impacto positivo de alguna compañía en la que están invirtiendo?
-Efectivamente. Es el modelo que queremos implementar en mercado local, al formar parte del capital de riesgo con un porcentaje relevante y participar en los consejos de las compañías o comité de gerencia o dirección, nos aseguramos de contar con peso en la toma de decisiones e incluso también materias reservadas para asegurar que la alineación financiera se mantiene durante toda nuestra inversión con la de impacto, fomentando prácticas empresariales sostenibles, mejoras en la gobernanza corporativa y el compromiso de las empresas con problemas sociales y medioambientales.
En todas nuestras inversiones, elaboramos un plan de crecimiento y un plan de impacto. De esta forma aseguramos que el crecimiento y la creación de valor vaya en la misma dirección que el impacto social o medio ambiental. Actuamos como inversionistas presentes y de metro cuadrado, nunca invasivos pero siempre con un “dashboard” que mide la generación de impacto mes a mes.
-Dentro de las firmas en las que invierten, ¿qué factores de la ESG o el impacto se ven más?
-En primer lugar, es necesario diferenciar entre los factores ESG y la inversión de impacto. La inversión ESG se centra principalmente en evitar riesgos integrando factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo en la toma de decisiones, mientras que la inversión de impacto va más allá y busca generar proactivamente un cambio social y/o ambiental positivo de manera intencional y medible, al mismo tiempo que genera un retorno financiero.
En este sentido, las compañías en las que nosotros invertimos están muy centradas en realmente aportar valor y generar un impacto adicional. Cada una de ellas, se enfoca más en el tipo de impacto (social o medioambiental) en función del problema que quieran resolver (reducción de desempleo juvenil, mejora condiciones de personas en riesgo de exclusión, movilidad sustentable, reducción de emisiones o contaminantes o un exquisito vino orgánico, ferias o shop de comercio justo, etc.. Por supuesto, lo hacen además evitando riesgos e impactos negativos (ESG), asegurándose de que no causan un perjuicio medioambiental, implantando prácticas de buen gobierno corporativo, creando un buen ambiente de trabajo y cuidando de los empleados, …. en fin. Nuestra cultura del impacto positivo, y compromisos, son con ODS 2030.
-Dentro de las carteras o portafolios , ¿cuál son el sectores donde quiere invertir ?
-Buscamos carteras equilibradas. Estamos invirtiendo en problemas críticos y maximización de recursos que no se aprovecha a ciertas escala en beneficio de comunidad y la productividad. La pregunta como tesis de inversión es “como una ventaja comparativa la convertimos en una ventaja competitiva”.
-¿En Mendoza cuáles son los problemas críticos?
-El acceso al agua, las energías renovables, innovación energética, industria alimentaria saludable, capacitación sectores vulnerables, reciclaje industrial, movilidad sustentable y agricultura regenerativa, emprendimientos femeninos, empleos verdes y muchos vinos orgánicos y carbono neutral… etc, etc.
También, estamos invirtiendo en los mercados en proceso la transición ecológica como puede ser la descarbonización de ciudades o la descarbonización de grandes clientes industriales o vitivinícolas como es caso de Mendoza, por medio de la biomasa y el aprovechamiento de residuos.
-¿Crees que el actual auge de la renta fija, que está atrayendo inversores más desconfiados y conservadores, puede frenar de algún modo el interés de los inversores por el capital riesgo o por la ESG o tendrá continuidad?
-Le explico de esta manera: si me voy jubilar en 5 años más mis opciones de renta fija son legítimas y racionales. Pero si me proyecto a más 5, 10 o más años la renta variable tiene efecto multiplicador y su rentabilidad esperada es más atractiva, como la inversión de impacto es una renta variable es un gran paraguas para la transición ecológica y social de una sociedad o de un país. La cultura de impacto es una decisión de inversión depende también de una convicción personal e institucional o de una vocación por una mejor sociedad, comunidad y un mejor vivir.
-¿Por qué Mendoza?
-Muy simple. Mendoza puede ser un ecosistema icónico de desarrollo económico de impacto positivo y sostenible en Argentina. Mendoza debe y puede liderar una transición inteligente para descarbonizar su economía e incorporar en su estrategia un programa gradual “Zero Net” y le puedo asegurar que es posible.