Por Lorena Mollenhauer.
Desde Italia

De Neruda pareciera que todo se ha escrito. Sin embargo, existe un capítulo de su historia que pocos conocen en Chile: su amistad con el más grande de los tipógrafos del siglo XX, Alberto Tallone.

El 5 de febrero de 1962 un llamado telefónico modificó la rutina de la imprenta Tallone. Eran cerca de las once de la mañana y, desde Milán, el poeta chileno Pablo Neruda se mostraba ansioso por conocer al impresor Alberto Tallone. Neruda se encontraba en la librería Garzanti donde estaban en exhibición algunos volúmenes de las Ediciones Tallone y quiso contactarse con el rector de la suprema claridad, como tiempo después lo llamaría el poeta.

Quince años antes, el chileno había visto por primera vez un libro impreso por Tallone, eran poesías del francés Baudelaire. Ahí comenzó el deseo de conocerlo y de acercarse a Alpignano, pequeño pueblito en el norte de Italia en las afueras de Turín, donde está la imprenta hace más de treinta años.

Pablo Neruda
JUSTICIA FÉRREA.- -Neruda entregó a los Tallone algunas poesías inéditas. Ellos debían elegir, y las que no fueran a utilizar, el poeta les dijo que las entregaran a la locomotora, pues “su humo negro hará justicia”.
Así, se fijó un encuentro para aquel mismo día, en el cual el matrimonio italiano esperaría a almorzar al poeta y su mujer, Matilde Urrutia. Neruda era un escritor de millones de lectores, Tallone un tipógrafo sofisticadísimo para un público seleccionado. Eran ya las dos y media y los invitados a la casa Tallone no se avizoraban. Los dueños de casa miraban por la ventana cada cierto tiempo para ver si el ilustre visitante aparecía, pero nada. Sin embargo, Neruda ya había llegado: se encontraba feliz sobre una gran locomotora a vapor que Alberto Tallone había comprado años antes y que tenía instalada en el jardín de su casa.

Bianca Tallone recuerda que Neruda estaba en el jardín, encantado, como si sintiese el silbido del tren guiado por su padre. El poeta le comentó que su progenitor había sido maquinista de trenes y, por esto, él lo llamaba el “marinero en tierra”. Pablo Neruda no olvidó jamás ese momento. Sin haber cruzado una palabra, ni haberse visto, él y Alberto Tallone tenían ya dos cosas en común: su amor por los libros y por las locomotoras. Fue una amistad que comenzó en ese mismo momento, sin preámbulos ni diplomacias. Años más tarde, Pablo Neruda escribirá sobre ese primer encuentro: “Tallone coleccionaba locomotoras y las amaba. Sin saberlo, una vez Matilde y yo nos llevamos un gran susto, porque, cuando entramos por el jardín, encontramos de pronto unos rieles y más allá una locomotora grande que echaba humo negro y cuantioso. Nos creímos equivocados de ruta, tal vez habíamos llegado a la estación de la aldea. Pero aparecieron sonrientes Bianca y Alberto Tallone: el humo era en nuestro honor.” (La Copa de Sangre, 1969).

Recuerda Bianca, la viuda de Tallone: “Ese día, Pablo Neruda nos trajo los ‘Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada’, uno de sus predilectos. Me recuerdo que mi marido le dijo que prefería un libro inédito, y, entonces, Neruda nos dijo que prepararía uno para nosotros, pero que le gustaría, que algún día, también le imprimiéramos los ‘Veinte Poemas’. Y lo hemos impreso ahora, hace muy poco, con mi hijo Enrico, en lengua italiana con la traducción del profesor Bellini (gran conocedor de literatura y amigo de los Tallone), y me siento orgullosa porque cumplí con aquella promesa”.

La locomotora de Neruda

Pablo Neruda
EL “SUMARIO” DE NERUDA.- El poeta cedió la exclusividad a los Tallone para imprimir su libro “Sumario”.
Cuatro meses después, el 14 de junio de 1962, Neruda les escribía a los Tallone, desde Arezzo, haciéndoles ver su deseo de realizar una muestra de sus libros en Chile – la cual se llevó a cabo tiempo después- y señalándoles que le había entregado al profesor Bellini algunas poesías inéditas. Los Tallone debían elegir aquellas que más les gustaran, y las que no fueran a utilizar, Neruda les decía que las entregaran a la locomotora, pues “su humo negro hará justicia”. Así nació “Sumario: Libro Donde Nace la Lluvia”, el primer libro que Tallone le publicó a Neruda en 1963, y que llevaba una cláusula de exclusividad para esta casa editorial en todos los países del mundo, incluso los de habla hispana.

En la Introducción, escrita en 1962 desde Valparaíso, el poeta confiesa que nunca pensó, en las soledades de sus orígenes, que un día tendría el honor de ser editado por Tallone. Feliz entregaba su “ramo de sombra antártica” al “gran impresor”, encuentro que comparaba con el de un panal silvestre en la montaña, allá en su lejana infancia: “Supe entonces que la miel salvaje que aromaba y volaba en el árbol atormentado fue alojada en células lineales, y así la secreta dulzura fue preservada y revelada por una frágil y firme geometría”.

Pero ya en 1955, Neruda había incluido en las Nuevas Odas Elementales un poema singular dedicado “A la Tipografía”, donde, celebrando el significado de la invención de las letras, aludiendo a Matilde y a su amor, a Quevedo y a la lección permanente que este poeta del siglo XVII español representaba para él, introduce hacia el final dos iniciales aparentemente misteriosas: A y T. Son las de Alberto Tallone, a quien como a un milagroso artífice, dedica el poema.

Poeta en todo momento

Bianca recuerda con cariño y encanto a su amigo: “Pablo Neruda era un hombre fascinante. Era poeta en todo momento, aunque estuviese hablando de cosas banales. Encontraba en todas las manifestaciones, hasta las más humildes, algo para hacer florecer la poesía”.

En 1963, Neruda le escribe una carta a Alberto Tallone, comentándole que “el Nobel ha volado sobre él” y que “se ha perdido en los cielos de Grecia” y manifiesta su intención de escribir poemas en prosa para ser publicados por ellos. Esto será, en 1969, “La Copa de Sangre”. Lamentablemente, cuando Neruda ya estaba casi terminando este trabajo, en mayo de 1968, recibirá un mensaje de Bianca en que le informa del fallecimiento de Tallone. Entonces, Neruda decide agregarle un último capítulo a su obra, que se titulará: “Adiós a Tallone”.

El apoyo del poeta hacia Bianca luego de que su marido partiera, se refleja en las cartas y postales que le envió en repetidas ocasiones. Es así como le confiere la exclusividad del Discurso de Estocolmo para el Nobel y luego, le encarga la impresión de “La Copa de Sangre”, el cual Neruda le dice que es corto, pero no está nada de mal. Sólo después de treinta años, los Tallone lo han impreso en italiano, con la traducción del profesor Bellini, quien, al comienzo, escribe: “Prosa colorida, sinfónica, si es necesario dura cuando el poeta habla de su país”.

La Imprenta Tallone

Enclavada en el norte de Italia, donde la frontera con Francia está a cuarenta kilómetros y los Alpes se admiran cada día, se encuentra la Stamperia Alberto Tallone. ¿Qué es lo que distingue a los libros Tallone de los otros? Es difícil decirlo, porque el valor de cada obra que sale de esta imprenta va ligado a la suma de componentes tipográficos: papel libre de ácidos, letras de elegancia refinada y una limpieza de impresión que refleja la intuición genial de sus creadores para establecer áureas proporciones dentro del todo: lo impreso, los blancos y las dimensiones del espacio que regulan el respiro entre las líneas. Todo esto nos entrega una luminosidad en las páginas que alcanza lo sublime. Es ésta la única imprenta-casa editorial en donde los libros continúan naciendo con la belleza antigua, donde la composición tipográfica se realiza a mano, y con paciencia se trabaja letra por letra, palabra por palabra, línea por línea. La búsqueda artística de los Tallone no pierde nunca de vista que el objeto de la tipografía es la legibilidad; por esto, no insertan adornos, colores ni ilustraciones, los cuales, dicen ellos, se apartan de su concepto de texto limpio y puro.

Fue en 1932, a la edad de 34 años, que Alberto Tallone decidió partir a París y ponerse bajo la tutela de Maurice Darantière, otro de los grandes tipógrafos del siglo XX. Dejó la librería que tenía en Via Borgonuovo en Milán, y, de este modo, Madino – como todos le decían desde pequeño- comienza a enamorarse de la belleza arquitectónica de las páginas, del juego artístico entre espacios y llenos, y, sobre todo, de la sutil correspondencia de los tipos al texto literario.

En 1937, Darantière le cedió todas las máquinas y letras a su alumno preferido para que siguiera haciendo el arte de la impresión. Y con ellas, Alberto Tallone decidió trasladarse a una nueva oficina en el Hotel de la Sagonne, en la Rue des Tournelles NÄ. Sus tipos de letra preferidos, en esta época, son Caslon, diseñados en el 1740, y los del maestro Claude Garamond, hechos en 1532. Para él, estos caracteres tenían una elegancia nítida, esencial, sin tiempo. En 1949 Tallone siente la necesidad de crear sus propios tipos de letra, y lo hace inspirándose en las inscripciones clásicas de las fuentes de Roma para las mayúsculas, y en el Palladio para las minúsculas y las cursivas.

Hoy, Enrico Tallone, a cargo de la imprenta en conjunto con su madre, nos relata: “Nosotros imprimimos los libros no sólo con los caracteres que diseñó mi padre, sino también con las letras Glasgow, Garamond… tenemos una gran gama. Los caracteres que usamos hoy son los originales, los auténticos. Los mismos que se hicieron en 1700, de la mano del propio artista, de su caligrafía, en ellos no se ha perdido nada. Los mismos que usaba mi padre. Desde que nosotros discurrimos la producción de un libro hasta que ya está listo, pueden transcurrir hasta cuatro o cinco años”.

Libros que vencerán el tiempo

Esta es una imprenta exclusiva, con tirajes pequeños para cada libro que hacen. Han llegado a hacer 500 y 600 ejemplares por título como máximo, pero también han editado sólo 100, todos en ediciones numeradas. Son libros destinados a existir siempre, que vencerán el tiempo. Libros cosidos a mano con aguja e hilo a la manera antigua, encuadernados en magnífico papel repliegado en los bordes y cerrados luego por una camisa de cartón rígido, con márgenes anchos para resaltar, por contraste, las formas tipográficas y, manteniendo el formato alargado diseñado por Alberto Tallone. Interviene Enrico: “Somos nosotros los que decidimos con qué carácter se escribe cada libro. No trabajamos para terceros. Hacemos las cosas que nos gustan a nosotros. Por esto, la elección de las letras que vamos a utilizar está directamente relacionada con los textos, que, por cierto, también escogemos”. Pueden ser textos clásicos, como también algunos más modernos como los de Eugenio Montale.

Son verdaderas obras de arte y, por esto, no es extraño que amantes de sus libros por todo el mundo reserven con anticipación las limitadas ediciones que imprimen. Aunque, como dice Enrico, “no todos los libros están vendidos antes de hacerlos. No hacemos publicidad pero la gente nos descubre y los libros se venden. Ciertos libros se agotan rápidamente, otros, pueden estar en la bodega hasta treinta años”.

Se pone especial cuidado en el papel que utilizan. Los más escasos son los papeles chinos de bambú, como los que usaban los emperadores de la Ciudad Prohibida, y aquellos del Japón Imperial, casi imposibles de encontrar. Pero, en su búsqueda permanente de la perfección, Enrico ha encontrado más de cien hojas del Nec plus Ultra y Mitsu Mata, un papel que los japoneses fabricaban dos mil años atrás. “Hacemos sólo tres ediciones al año. Trabajamos manualmente una matriz calibrada para cada hoja y se hace fabricar el papel de puro algodón”.