Por Jorge Varela
Analista Político
A más de seis meses del proceso eleccionario que servirá para
clarificar y proyectar la definición presidencial que tendrá lugar en
2025, la guerrilla política ha crecido entre partidarios del oficialismo
gobiernista y seguidores de la oposición. En octubre próximo la
ciudadanía deberá elegir alcaldes, concejales, gobernadores y
consejeros regionales, en un ambiente caldeado que proseguirá
aumentando de temperatura hasta llegar a un punto de máxima
ebullición.
Algunos signos de calentamiento político
Signos de calentamiento político que están a la vista:
– La arremetida de los partidos de la coalición de izquierda que
habitan La Moneda: Comunista, Frente Amplio, Socialista, (más el
acompañamiento de entes menores, Por la Democracia, Radical y
otros de rango menor), todos empecinados en continuar disfrutando
de las ventajas que otorga tener en sus manos el control del aparato
ejecutivo.– La aspiración de los principales partidos de oposición situados a la
derecha del espectro (Republicanos, Unión Demócrata
Independiente, Renovación Nacional), dirigida a poner término a la
gestión deficiente de la citada coalición de tres ejes.
– La irrupción de un renaciente centro político que intenta abrirse
paso hacia las sedes de poder (Partido Demócrata, Amarillos, Social
Cristiano, De la Gente) mediante un entendimiento de índole
político estratégico con fuerzas opositoras.
– La condición de paria mendicante que afecta al escuálido Partido
Demócrata Cristiano, entidad que continúa extraviada en el desierto
clamando por agua fresca para seguir con vida. Lo interesante de
esta situación amarga, es que la Democracia Cristiana comenzó hace
varios años a devaluarse a sí misma.Hitos trascendentes
La fusión de Convergencia Social y Revolución Democrática con
Comunes y grupos afines, en un Frente Amplio recauchado; las
bravatas de jerarcas comunistas incitando a una movilización social
como medio de presión; la alianza de la derecha con sectores de
centro concretada en el Senado de la República, son tres hitos que
demuestran que se están produciendo cambios importantes en el
mundo político.De estos el que ha generado mayor impacto es la reiteración por
parte de la dirigencia comunista de esa línea histórica tradicional
que constituye el núcleo de su vieja ortodoxia de naturaleza
leninista, que nada tiene de sorpresa y sí mucho de contenido
estratégico-apologético pro-violencia.Apologética de la violencia
Lenin (Vladimir Ilich Uliánov) quien fuera expulsado cuando
estudiaba Derecho en la Universidad de Kazán por agitador, -gran
conspirador y profesional de la propaganda dirigida a las masas-,
sostuvo en días de desconfianza con el poder y de falta de
legitimidad de éste para tomar decisiones y ejecutarlas, que: “el
Estado es una organización especial de la fuerza, es una
organización de la violencia para la represión de una clase
cualquiera”. (“El Estado y la revolución”, obra que abre la puerta al
totalitarismo)
En Chile el senador del PC Daniel Núñez -uno de sus discípulos
adelantados- planteó que “el gobierno tiene que asumir el desafío,
tiene que convocar a la presión de la ciudadanía para sacar
adelante las reformas”,…“vamos a tener que privilegiar la presión
social y ciudadana en las demandas sociales”,…y “no me digan que
soy violentista”. (radio “Cooperativa”, 26 de marzo de 2024)Nadie le está diciendo que lo sea. Solo es conveniente escuchar sus
arengas para saber a qué atenerse y adoptar los resguardos mínimos.
¿Será que su mensaje estratégico se resume en: más Lenin, menos
Boric?, ¿más acción, menos poesía?Desvalorización institucional
Si no es violentista, -¡qué noticia más oportuna!- habrá que
condecorarlo con honores y darle el merecido grado de demócrata
ilustre. El filósofo y articulista Carlos Peña ha escrito: “lo primero
que llama la atención es que esas declaraciones llaman a hacer
política desde fuera de las instituciones”. “No cabe duda de que la
presión social que aspira a sustituir el resultado de las instituciones
(en otras palabras, que aspira a torcer la voluntad de la mayoría
política mediante lo que se ha llamado mayoría social) no es
genuinamente democrática”. (“¿Perder en las urnas, ganar en la
calle?”, “El Mercurio”, 27 de marzo de 2024)
“La democracia liberal -sobra decirlo- afirma que quien gana en las
urnas debe predominar sobre quien lo hace en la calle”. “Esas
declaraciones deben ser rechazadas, porque son ni más ni menos
que una desvalorización de las instituciones”, (de las instituciones
democráticas).