El domingo 13 de abril de 2025 marca el comienzo de la Semana Santa para la
Iglesia Católica, con la conmemoración del Domingo de Ramos, día que evoca el
momento en el que Jesús entró triunfante en Jerusalén.

Los aspectos claves sobre este día litúrgico.

1. El Domingo de Ramos también es llamado “Domingo de Pasión”
El término “Domingo de Ramos” deriva del evento que conmemora la entrada
triunfal de Jesús en Jerusalén, cuando la multitud lo recibió agitando ramas de
palma (Juan 12,13).
Que también sea conocido como “Domingo de la Pasión” se atribuye al relato de la
Pasión de Jesús que se lee completo en las Misas de este día. De no ser así, este
pasaje evangélico no se leería en un domingo, ya que el próximo domingo se
enfoca en la Resurrección.
Según la Carta de fiestas pascuales, el Domingo de Ramos “abarca tanto el
presagio del triunfo real de Cristo como el anuncio de su Pasión”. Además, añade
que “la relación entre ambos aspectos del misterio pascual debe evidenciarse
tanto en la celebración como en la catequesis del día”.

2. En Domingo de Ramos se lleva a cabo una procesión antes de la Misa
La procesión se lleva a cabo una vez, usualmente antes de la Misa con mayor
asistencia, ya sea el sábado o el domingo.
“Durante la procesión, los fieles imitan las aclamaciones y gestos de los niños
hebreos que salieron a recibir al Señor, entonando el ferviente ‘¡Hosanna!’”,
describe la Carta de fiestas pascuales.

3. Se pueden llevar palmas u otras plantas durante la procesión de Domingo
de Ramos
No es necesario utilizar exclusivamente hojas de palma en la procesión. También
se pueden emplear otras plantas locales como el olivo, el sauce, el abeto y otros
árboles.
Según el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia: “A los fieles les gusta
conservar en sus hogares, y a veces en el lugar de trabajo, los ramos de olivo o de
otros árboles, que han sido bendecidos y llevados en la procesión”.

4. Los fieles deben comprender el significado de la celebración y recibir
instrucción
Según el mismo Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia, “los fieles deben
ser instruidos sobre el significado de esta celebración para que puedan captar su
significado”.
“Debe recordarse oportunamente que lo importante es la participación en la
procesión y no sólo en la obtención de hojas de palma o de olivo”, que tampoco
deben mantenerse “como amuletos, ni por razones terapéuticas o mágicas para
disipar los malos espíritus o para evitar el daño que causan en los campos o en
los hogares”, indica el texto.

5. Jesús reclama el derecho de los reyes en la entrada triunfal a Jerusalén
En su libro Jesús de Nazaret: Desde la entrada en Jerusalén a la Resurrección, el
Papa Benedicto XVI explicó que Jesucristo reclamó el derecho de los reyes a
demandar modos de transporte particulares. El uso de un animal (el burro) en el
que nadie se había sentado antes señala este derecho real.
Jesús deseaba que su camino y acciones fueran entendidos en términos de las
promesas del Antiguo Testamento cumplidas en su persona.

6. Los peregrinos reconocieron a Jesús como su rey mesiánico
El Papa Benedicto XVI señala que el acto de los peregrinos de colocar sus mantos
en el suelo para que Jesús camine sobre ellos “pertenece a la tradición de la
realeza israelita (2Re 9,13)”. El Santo Padre explica que el gesto realizado por los
discípulos representa una entronización en la tradición de la monarquía davídica,
apuntando a la esperanza mesiánica que de ella surgía.
Los peregrinos, continúa, “toman ramas de los árboles y entonan versos del Salmo
118, palabras de bendición de la liturgia de los peregrinos de Israel que en sus
labios se transforman en una proclamación mesiánica: ‘¡Hosanna! ¡Bendito el que
viene en el nombre del Señor! ¡Bendito sea el reino de nuestro padre David que
viene! ¡Hosanna en lo más alto!’ (Mc 11,9-10, ver Sal 118,26)”.

7. Domingo de Ramos: “Hossana” es un grito de júbilo y una oración profética
En el tiempo de Jesús esta palabra tenía matices mesiánicos. En la aclamación se
expresan las emociones de los peregrinos que acompañan a Jesús y a sus
discípulos: la alabanza alegre a Dios en el momento de la entrada procesional, la
esperanza de que la hora del Mesías había llegado.
Al mismo tiempo era una oración que indicaba que el reinado davídico, y por lo
tanto el reinado de Dios sobre Israel, sería restablecido.

8. La multitud que aplaudió la llegada de Jesús no es la misma que exigió su
crucifixión
En su libro, el Papa Benedicto XVI argumenta que en los tres Evangelios
sinópticos, así como en el de San Juan, se deja en claro que quienes aplaudieron
a Jesús en su entrada a Jerusalén no fueron sus habitantes, sino las multitudes
que lo acompañaban e ingresaron a la Ciudad Santa con Él.
Este punto se hace más claro en el relato de Mateo, en el pasaje que sigue
al Hosanna dirigido a Jesús: “Cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se agitó
diciendo: ‘¿Quién es este?’ Y las multitudes decían: ‘Este es el profeta Jesús de
Nazaret de Galilea'” (Mt 21,10-11).
Las personas habían oído hablar del profeta de Nazaret, pero no parecía tener
ninguna importancia para Jerusalén, y la gente allí no lo conocía.

9. El relato de la Pasión goza de una especial solemnidad en la liturgia
La Carta de fiestas pascuales señala en el numeral 33: “Es aconsejable que se
mantenga la tradición en el modo de cantarla o leerla, es decir, que sean tres
personas que hagan las veces de Cristo, del narrador y del pueblo. La Pasión ha
de ser proclamada ya por diáconos o presbíteros, ya, en su defecto, por lectores,
en cuyo caso, la parte correspondiente a Cristo se reserva al sacerdote”.
En la proclamación de la Pasión no se llevan ni luces ni incienso, ni se hace al
principio el saludo al pueblo como de ordinario para el Evangelio, ni se signa el
libro. Tan sólo los diáconos piden la bendición al sacerdote.