Hoy, el Papa Francisco, me ha nombrado Arzobispo de Santiago. Acepto este
nuevo encargo pastoral con humildad y la convicción de que Jesucristo es el
centro de la historia y que predicarlo a Él a tiempo y a destiempo es el mejor
servicio que le podemos hacer a la sociedad. Lo haré con el Evangelio, con el
magisterio para este siglo del Papa Francisco y con el edificante ejemplo de vida
que nos ha dado nuestro estimado Cardenal Celestino Aós.

Llevo a la querida Arquidiócesis de Santiago -que me vio nacer y donde recibí
desde el sacramento del bautismo hasta el orden sacerdotal y episcopal- 12 años
de una maravillosa e intensa vida pastoral en la entrañable Arquidiócesis de
Concepción que me acogió con cariño. Fueron años de oración, de trabajo, de
alegrías y de penas, de serenidad y de tormentos, de risas y de llantos, que me
hicieron poner siempre más la confianza en Dios que en mí mismo.
Llevo a la Arquidiócesis de Santiago dos peces y cinco panes para que el Señor
los multiplique abundantemente. Llevo también tinajas llenas de agua para
ponerlas delante del Señor para que las convierta en vino y vivamos como
comunidad creyente la alegría de las bodas de Caná.
Me anima el deseo de servir, de descubrir los dones de cada sacerdote, religiosa,
diácono y laico para ayudarlos a ponerlos al servicio de la eximia misión de
anunciar a Jesucristo. Por mi parte, ofrezco los dones y el carisma que Dios me ha
regalado a la Iglesia de Santiago con entusiasmo y ardor misionero.
Me sumo con fe y esperanza a la larga historia de la Arquidiócesis con sus
alegrías y sus penas. Frente a esta nueva y exigente tarea pastoral pongo delante
del Señor toda mi vida y todo mi ser. Espero con sincero corazón hacer siempre la
voluntad de Dios tal como lo hizo la Santísima Virgen María. Les pido que recen
por mí y por el Papa Francisco.

Con afecto paternal se despide en Cristo.

+ Fernando Chomali Garib
Electo Arzobispo de Santiago