Por Jorge Varela
Analista Politico

El tema de la violencia reclama en nuestros días ser examinado de raíz,
expresaba el filósofo Jorge Millas. “De hecho, la violencia ha andado
siempre complicando los asuntos humanos. En este sentido, la época
presente no es peor que otras. Su verdadero problema comenzó con esas
formas de manejarla filosóficamente que le legara Nietzsche, desarrollará
Sorel y divulgaran sus seguidores irracionalistas”. (“La violencia y sus
máscaras”, Ediciones Aconcagua, 1978)

Para Millas, la violencia después de abrirse paso por los caminos de la
filosofía, asociada al irracionalismo se ha convertido en ideología. Su
pensamiento nos remite a “una inclinación natural del hombre a la
agresividad”, “a la agresividad contra el hombre mismo”, a una condición
animal humana que se manifiesta de diversas maneras. Y vaya sí tenía
razón para sostener tal posición. (entrevista en “Las Últimas Noticias”, 1 de
marzo de 1981)

Perversión ideológica sistemática
Un candidato presidencial de izquierda radical trotskista ha dicho que no
dejará gobernar a dos candidatos -contendientes- definidos como
representantes de derecha dura, si uno de éstos resultare elegido como
presidente, notificando -de modo anárquico y con descaro antidemocrático-
que ocupará las calles para derribarlo. Si no condenamos esta bravata –
mezcla de amenaza y desvarío- que constituye un llamado explícito a la
violencia, significa que somos irracionales -hemos perdido la cordura- y
estamos comenzando a formar parte del club de los esquizofrénicos. Este
comportamiento propio de políticos alucinados es expresión de una forma
sistemática de perversión ideológica que habitantes de diversos países del
mundo parecieran aceptar con resignado beneplácito, sometidos a
soportar la brutalidad impuesta por jerarcas de regímenes ignominiosos y
opresores.
La postura del referido candidato ultraizquierdista -entre mesiánica y
delirante- no debiera sorprendernos, pues para León Trotski -su ídolo
máximo- “todo Estado se basa en la violencia”. “Esa es la verdad”. (cita de
Max Weber)

Dogmatismo intelectual
Según Jorge Millas vivimos en un mundo dislocado por las ideologías, “por
las ideologías que, -dicho en lenguaje popular-, intentan hacer pasar gato
por liebre; que convierten en dogmas lo que es dudoso y que transforman
las pasiones en simulacro de ciencia y de convicción”. Afirmaba que el
mejor ejemplo de una ideología de este tipo es el marxismo que se
denomina científico, cuyo error principal es el dogmatismo intelectual. “Me
tiene con mucho cuidado que los marxistas expropien la libertad y la
inteligencia”. Precisaba sí, que al nombrar el marxismo podía también
mencionar al nacional socialismo y al fascismo. (entrevista en “La Tercera”,
9 de agosto de 1981)

Violencia y poder
Hannah Arendt sostenía: “sabemos, o deberíamos saber, que toda
disminución de poder supone una invitación a la violencia, aunque sólo sea
porque a los que lo detentan y sienten cómo se les escapa de las manos,
ya sean gobernantes o gobernados, siempre les ha resultado difícil
resistirse a la tentación de sustituirlo por la violencia”. (“Sobre la violencia”)
La práctica sostenida, metódica, de acciones violentas, puede generar
cambios en el planeta, pero -como señalara Hannah- “lo más probable es
que…den lugar a un mundo más violento”. “La violencia puede ser
justificable, pero nunca será legitima”.
Sin duda aquí radica el núcleo central de las cuestiones que nos tensionan
cómo humanos. Si algunos han justificado y elogiado la importancia de la
revolución violenta y la práctica de la acción violenta, ¿qué futuro podemos
esperar? ¿Será que el camino a transitar consiste -según según ellos- en
“construir comunidades” que glorifiquen la violencia?

El odio como elemento de la violencia
Para la mayoría de los que se sienten revolucionarios el odio es un
elemento imprescindible de la violencia. Jorge Millas propuso a los
pacifistas bienaventurados que oyéramos al Che Guevara -una especie de
santón para la izquierda latinoamericana-, quien decía: “el odio es un
elemento de la lucha…el odio implacable hacia el enemigo nos impele por
encima y más allá de las naturales limitaciones del hombre y nos
transforma en una efectiva, selecta y fría máquina de matar”. (ensayo “La
violencia y sus máscaras”)
En la historia reciente de Chile -hace más de medio siglo- conocimos de
cerca la violencia revolucionaria como método irracional y hace 6 años su
reedición bajo la forma siniestra de barbarie social. No queremos que las
cenizas de la revancha se enciendan de nuevo y se conviertan en ese
fuego arrasador de libertades que extermina todo: la vida de las personas,
la convivencia democrática y la paz de los espíritus.