La elección del 7 de mayo, se genera la posibilidad de un cambio en la sociedad chilena. La nueva
constitución podría ser ahora, menos estatista, que la propuesta de la anterior Convención, y
menos, incluso que la constitución vigente.

Un país de cuatro mil kilómetros de largo (y apenas 200 de ancho promedio), le cuesta ser
centralista. Sin embargo, este lo es. Un error incomprensible para un país de loca geografía. Hay
lugares de Chile a los cuales solo se llega por avión, o por mar. Muchos quedan fuera de la vista de
los burócratas y políticos. Y, sin embargo, a menudo son ellos quienes deciden, a miles de
kilómetros de distancia.

Hace muchos años, en Punta Arenas, pude conocer un edificio público reluciente, que llamaba la
atención, porque se veía desocupado. Preguntando el porqué, se me respondió: no se puede usar,
porque revientan las ventanas. ¡La burocracia centralista no había contemplado el viento de esta
zona extrema del país! Lo absurdo de la situación rayaba con lo inverosímil. ¿Cuantos más errores
similares se habrán cometido, por factores semejantes, a lo largo de nuestra historia?

Estando en la cordillera de la Araucanía, también hace años, compartiendo junto a un grupo de
nueve estudiantes, en trabajos voluntarios, tuvimos que vivir en una escuela que no tenía baños,
solo retinas, y el suelo era de tierra (en invierno, de barro). Además, las ventanas tenían vidrios
quebrados. Para cambiar los vidrios, se necesitaba, una autorización de Santiago, que nunca
llegaba. Pasaban y pasaban los años, y los niños se enfermaban de tuberculosis, por ir a la Escuela.
No era raro comprobar después que la deserción escolar en esas zonas de la Araucanía, era
enorme. La suerte del niño quedaba sellada hacia la pobreza en ese mismo momento.
Esto, no se resuelve con un Estado Plurinacional, sino con mejor administración de recursos.
¿Qué reforma educacional igualitarista, puede funcionar con tamaña desigualdad de origen?
La política económica, y el sentido común, nos indican que las mejores soluciones se generan
dónde está el problema. Quizás el edificio de Punta Arenas no habría tenido que esperar otros 5
años, para ser ocupado. Y la Escuela de Melipeuco habría tenido vidrios y baños, con una
descentralización real. La batalla contra la desigualdad, parte con el uso eficiente de los recursos
públicos. La solución no es el conflicto permanente, sino el empoderamiento real de las regiones y
comunidades locales. Ese, debería ser el verdadero tema constitucional.