Por Jorge Varela

“Hay que partir por la sala de máquinas, por reformas que saneen
el sistema político y faciliten acuerdos que detengan el ciclo de
alternancias destructivas de los últimos quince años”. “Por suerte,
en una segunda lectura el Presidente Boric así lo entendió”, ha
escrito el socialista Carlos Ominami, exministro de Economía de
Patricio Aylwin. (articulo “En vez de la decadencia¨, “La Tercera”,
26 de abril de 2024)
¿Será tan cierto que Gabriel Boric entendió la necesidad de dichas
reformas? Ante los empresarios chilenos reunidos en Enade,
aseguró: “estoy a favor de una reforma a nuestro sistema
político”,…”creo que debemos legislar al respecto en este período
de gobierno”. (discurso en Centro de Eventos ex Casa Piedra, 25 de
abril de 2025)

Contenido previo de las reformas
A su turno el senador Jaime Quintana, presidente del PPD, había
sostenido que “el cambio del sistema político es un imperativo”.
La iniciativa que está en estudio contemplaría cuatro materias
principales: racionalización del sistema de partidos, modificación al
sistema electoral, cambios en el proceso de formación de la ley,
renovación de los mecanismos de participación ciudadana. Las ideas
para mejorar la calidad de la democracia, la estabilidad institucional
y la gobernabilidad, apuntan a evitar la proliferación de grupos
minúsculos (‘partidos callampa’), la fragmentación de los partidos,
la indisciplina partidaria y el fraude a la representación.
Otras propuestas alternativas que generan alta discusión son: la
reducción del número de parlamentarios y el porcentaje para
inscribir una colectividad política.
Postura del Socialismo Democrático
Con anterioridad a la apertura de este debate personeros del
Socialismo Democrático -uno de los tres ejes del oficialismo-, le
habían planteado a Gabriel Boric que debía avanzar y que era una
mala estrategia postergarlas o condicionarlas a la aprobación de
otros proyectos y medidas.
Al interior de este sector (compuesto por los Partidos Socialista y
Por la Democracia) se está produciendo un fenómeno interesante. A
inicios de abril se conoció un documento titulado “Manifiesto del
Socialismo Democrático”, el que contiene una fuerte autocrítica al
curso seguido por la centroizquierda chilena y se refiere al problema
de identidad ideológica por la que ella atraviesa. En él se plantea la
reconexión con la ciudadanía y el mundo popular, a través de los
valores socialistas permanentes que contrastan con el ideario de sus
socios en el gobierno (Frente Amplio y comunistas).
Una de las grandes preguntas que contiene el documento citado es:
“¿cómo se mejora la democracia en medio de una aceleración
digital, en sociedades más empoderadas y con riesgos mayores de
manipulación y autoritarismo?…¿De qué manera reducir la brecha,
y hasta el abismo que separa a pueblos y ciudadanos de sus
representantes, quienes más actúan como élites políticas que como
expresión de la voluntad popular en una democracia
representativa?…¿De qué manera elevar la capacidad de acción
del Estado-nación, organizar la sociedad civil y coordinar la
colaboración global en este tema?”
¡Qué duda cabe! El debate al interior de la izquierda proseguirá en
ésta y otras temáticas. Hay quienes no se reconocen en dicho
Manifiesto, como Camilo Escalona, secretario general del Partido
Socialista, quien declaró: “siempre hay una cierta dialéctica en la
aprobación de los textos de las fuerzas políticas. Esa dialéctica en
este caso no existe. No me reconozco en ese documento”. (Emol, 21
de abril de 2024)
La oscuridad del inmovilismo y la inepcia
En medio de las tensiones e incertidumbres que surgen del escenario
descrito, el titular del ministerio Secretaría General de la Presidencia
no podrá escabullirse de las tratativas y deberá impulsar una
tramitación exitosa de las reformas necesarias, para no seguir
atascado en el pantano espeso de la inercia legislativa que se formó
a partir de 2015 (segundo periodo presidencial de Michelle
Bachelet).
En momentos que pocos asumen sus responsabilidades por la ley de
reforma electoral de hace casi 10 años, -ni siquiera aquellos autores
que prestos y ágiles reaparecen para proponer normas
modificatorias-, la ciudadanía debiera cuestionar a esos expertos y
políticos oscurantistas que intentan apagar las luces de la conciencia
para que la mayoría del cuerpo social no vea sus argucias y manejos.
No ser elegidos para un próximo período parlamentario, es la
sanción mínima que merecen también quienes solo saben impedir la
conjunción de acuerdos que podrían empujar la navegación de todos
hacia un destino institucional-democrático tranquilo y seguro;
precisamente cuando comienzan a correr, -por fin-, vientos
favorables que conducen a buen puerto.