Los ataques nucleares que Estados Unidos lanzó sobre Japón el 6 y 9 de agosto de 1945 tuvieron como resultado la rendición de Japon y acelerar el término de la Segunda Guerra Mundial. Hoy día, son muchas las personas que al ver los conflictos como el de Rusia y Ucrania o en el Medio Oriente, piensan que la amenaza nuclear, esta latente.
El 80 aniversario de los ataques permiten recordar las bombas atómicas lanzadas por EE UU sobre Hiroshima y Nagasaki.
Algunos analistas consideran que fue una manera de poner un fin definitivo a la guerra y salvar vidas. Otros, en cambio, sostienen que fue una decisión inmoral e innecesaria que mató a miles de inocentes. Las consecuencias de las bombas, en todo caso, aún resuenan hoy, cuando en el mundo hay cerca de 12.300 ojivas nucleares, según La Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN, por sus siglas en inglés).
En 1945 EE.UU. llevaba cuatro años en guerra con Japón, tras los ataques a la base de Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941. Ese día, las fuerzas japonesas atacaron por sorpresa la base naval estadounidense en el archipiélago de Hawái, lo que causó que EE.UU. le declarara la guerra a Japón y se involucrara en la Segunda Guerra Mundial. Con la escalada del conflicto, EE.UU. decidió usar las bombas atómicas contra Japón. El 26 de julio de 1945 el presidente de EE.UU., Harry Truman, lanzó un ultimátum contra los japoneses. Les exigía una “rendición incondicional”. De lo contrario, les esperaba “una destrucción rápida y absoluta”. El mensaje de Truman no mencionaba el uso de bombas nucleares. Sin embargo, estos artefactos eran parte del arsenal que EE.UU. tenía listo como parte de su estrategia para zanjar el conflicto. El primer blanco elegido fue Hiroshima. La ciudad no había sido bombardeada antes, y varios expertos apuntan que probablemente la ciudad era un buen lugar para notar los efectos de la bomba. Además, era la sede de una base militar. El Enola Gay, un bombardero B-29 pilotado por el coronel Paul Tibbets, sobrevolaba Hiroshima a unos 9,5 km de altura cuando liberó la bomba Little Boy, que explotó en el aire, a unos 600 metros del suelo. A las 8:14 era un día soleado, a las 8:15 era un infierno”, El mecanismo interno de Little Boy funcionaba como una pistola: disparaba una pieza de uranio 235 contra otra del mismo material. Al chocar, los núcleos de los átomos que las componían se fraccionaron en un proceso llamado fisión. Esa fisión de los núcleos genera una reacción en cadena en la que se libera energía y desata la explosión. Little Boy llevaba una carga de 64 kilos de uranio 235, de los que se calcula que solo se fisionó cerca del 1,4%. Aun así, la explosión tuvo la fuerza equivalente a 15.000 toneladas de TNT. Como referencia, tan solo un kilo de TNT puede ser suficiente para destruir un automóvil.
La explosión generó una ola de calor de más de 4.000 °C en un radio de aproximadamente 4,5 km. Hubo una gran multitud de gente agonizando. Hombres, mujeres y niños estaban casi desnudos con la ropa quemada. Caminaban en silencio, con los brazos extendidos, la piel quemada les colgaba de las puntas de los dedos. Parecían fantasmas o zombis. Se cree que entre 50.000 y 100.000 personas murieron el día de la explosión.
Dos tercios de los edificios de la ciudad, unos 60.000, quedaron reducidos a escombros. Nagasaki no estaba en la lista de objetivos prioritarios. Su topografía accidentada y la cercanía de un campo de prisioneros de guerra aliados, la convertían en un blanco secundario. Entre los objetivos principales estaba Kokura, una ciudad con zonas industriales y urbanas en terrenos relativamente planos. El día del ataque, sin embargo, Kokura estaba cubierta de bruma, según el reporte de los pilotos. La tripulación tenía órdenes de elegir visualmente el objetivo que maximizara el alcance explosivo de la bomba. Fue así que se desviaron a Nagasaki. El bombardero Bockscar, un B-29 pilotado por el mayor Charles Sweeney, dejó caer la bomba Fat Man, que explotó a 500 metros sobre el suelo.
El lugar se convirtió en un mar de fuego. Era el infierno. Cuerpos quemados, voces pidiendo ayuda desde edificios derrumbados, personas a quienes se les caían las entrañas…”, recuerdan sobrevivientes de Nagasaki. La explosión fue más fuerte que la de Hiroshima, pero el terreno montañoso de Nagasaki, ubicada entre dos valles, limitó el área de destrucción.
En Nagasaki la bomba destruyó un área de 7,7 km2. Cerca del 40% de la ciudad quedó en ruinas. Hubo cientos de personas sufriendo en agonía, sin poder recibir ninguna atención médica., recuerdan sobrevivientes de Nagasaki. No existen cifras definitivas de cuántas personas murieron a causa de los bombardeos, ya sea por la explosión inmediata o en los meses siguientes debido a las heridas y los efectos de la radiación. Los cálculos más conservadores estiman que para diciembre de 1945 unas 110.000 personas habían muerto en ambas ciudades Otros estudios afirman que la cifra total de víctimas, a finales de ese año, pudo ser más de 210.000.
El 2 de septiembre de 1945 tras las bombas de Hiroshima y Nagasaki, Japón presentó su rendición.








