Por Jaime Abedrapo

Este 17 de diciembre debemos pronunciarnos respecto a la propuesta
constitucional, y ciertamente en el análisis del texto existen varias perspectivas
para poner en la balanza los aspectos a favor y en contra del texto.

Al respecto, quiero hacer una aproximación al texto desde la perspectiva estratégica
de la seguridad humana. Por estrategia entenderemos el conjunto de principios y
normas que actuando coherentemente entre sí habilitan un marco coherente y
lógico para las futuras leyes y diseño de políticas públicas; por Seguridad Humana
comprendemos el concepto cuyos orígenes se sitúan hacia fines del siglo pasado y
que busca centrar la política al servicio de las personas. Ello desde una mirada
integral u holística. Por tanto, hay una aspiración por ampliar las dimensiones de la
seguridad hacia campos tales como la protección del medio ambiente, el
reconocimiento de los pueblos originarios al objeto de integrarnos sobre una
diversidad cultural y así enriquecernos como nación, un fortalecimiento de la
noción de la seguridad social como red de protección, además de valorar la
libertad, las ciencias y las artes para alimentar el alma, entre otras aristas de un ser
humano que contiene amplias dimensiones.
Por cierto, esta mirada de la seguridad humana requiere de las clásicas o
convencionales, las que resultan esenciales en el marco constitucional desde la
creación de los Estados Nacionales. En efecto, los ámbitos de la seguridad y
defensa y la de orden y seguridad pública son intangibles, sin embargo, durante la
actual crisis de seguridad y violencia se ha hecho evidente su necesidad. En efecto,
mientras se incrementa el crimen organizado y la delincuencia, las demás
seguridades no pueden ser garantizadas.
Al respecto, la propuesta constitucional mantiene lo fundamental y tradicional de
las estructuras y funcionamiento de las instituciones que tienen el monopolio de la
fuerza, cuyo objetivo es brindarnos la seguridad que nos permita gozar de todos los
demás derechos, pero también incorpora normas e institucionalidad relevante para
los desafíos de nuestros tiempos. Ejemplos hay varios, pero por la pertinencia

actual señalaré la creación de la fiscalía supraterritorial para delitos complejos
(terrorismo y narcotráfico) y la creación del servicio de víctimas de delitos, además
de la agencia anticorrupción.
Es común que para relevar la seguridad humana se suele soslayar la importancia
del artículo 1 que propone el texto. En este se afirma que el “Estado de Chile es
social y democrático de derecho…”, pero estando de acuerdo con el principio
rector, me parece importante añadir que existe un conjunto de principios, normas e
instituciones de la propuesta que permiten afirmar que la constitución
resguardaría de mejor manera la seguridad humana si la comparamos con la
vigente.
En efecto, la Seguridad Humana cuenta con una posibilidad de avanzar a través del
sistema político que nos presenta la nueva Constitución. Esta es la piedra angular
para dar mayor calidad y estabilidad a la democracia chilena. Los nuevos umbrales
(porcentaje de votación) para permitir la existencia de partidos políticos favorece
los acuerdos y evita la fragmentación que hoy evidenciamos.
La opción “En contra” significa proseguir con las dificultades en materia de
acuerdos en asuntos tales como pensiones, seguridad pública (ley de inteligencia,
ministerio público, etc.), sistema de salud, reconocimiento de os pueblos
originarios, descentralización efectiva, entre otras importantes demandas
ciudadanas.
En un mundo de cambios vertiginosos, las instituciones deben primeramente
respetarse, dar estabilidad y tener capacidad de adaptación. La Constitución actual
no ofrece aquello, mientras que el nuevo texto constitucional ofrece mayor
estabilidad para crear las condiciones necesarias para centrar las acciones desde la
perspectiva de la Seguridad Humana.
La sociedad y nuestro entorno se han ido complejizando, presentando desafíos
monumentales como el cambio climático, la IA, el crimen organizado, el alto
consumo de drogas, la falta de viviendas sociales, la salud mental de la población,
una pobreza que aumenta, un país que no crece, entre muchos otros asuntos
relevantes, para lo cual se requiere una mayor gobernabilidad como base atender
de mejor manera estos asuntos de la agenda de Siglo XXI.
En consecuencia, el nuevo texto constitucional nos presenta principios, estructura
orgánica, garantía de derechos y deberes que permiten argumentar A favor de la
seguridad humana.